Cuba

Persisten los Apagones en Cuba: Desesperación Creciente entre la Población

La crisis energética en Cuba alcanza nuevos niveles de gravedad, con apagones prolongados y generalizados que afectan a millones de cubanos, generando un profundo malestar y desesperación. A lo largo y ancho de la isla, las interrupciones en el suministro eléctrico han sobrepasado las estimaciones de las autoridades, afectando tanto la vida cotidiana como la estabilidad económica del país. Según testimonios de la población, los cortes se suceden durante largas horas, dejando a las familias en la incertidumbre y sin alternativas para afrontar las necesidades básicas.

El paso del reciente huracán Rafael empeoró aún más la situación, dejando a la isla en una parálisis energética. Los fuertes vientos y lluvias intensas colapsaron gran parte de la red eléctrica en el suroeste del país, provocando apagones masivos en toda la región. Este evento extremo dejó sin electricidad a millones de personas y añadió una carga adicional a una red energética ya frágil, revelando el estado crítico de una infraestructura que durante años ha carecido de inversión y mantenimiento.

En ciudades como La Habana, aunque el gobierno ha trabajado para restaurar el suministro, apenas el 20% de los hogares cuenta con electricidad estable. En el resto de la capital y en otras regiones afectadas, los apagones se prolongan por días, lo que complica aún más la obtención de alimentos perecederos y de agua potable, dependientes en muchos casos de sistemas eléctricos. Carmen, una residente del municipio de Centro Habana, expresa su frustración: «Es insoportable, llevamos días sin luz y sin agua. No podemos ni conservar la comida; los niños están desesperados. Sentimos que estamos completamente abandonados».

En algunas localidades, el descontento ha derivado en manifestaciones. En Ciego de Ávila, por ejemplo, los ciudadanos salieron a las calles exigiendo el restablecimiento del servicio eléctrico. Durante las protestas, varias personas fueron detenidas, y el ambiente en estas zonas es de creciente tensión, con familias preocupadas por las posibles represalias y una sensación de impotencia ante las condiciones de vida que enfrentan. Mario, un trabajador de la provincia, comentó: «Nos dicen que tengamos paciencia, pero es fácil decirlo cuando tienes luz en casa. Nosotros llevamos semanas enteras con cortes constantes y nadie nos da una solución».

La falta de electricidad está afectando también a las pequeñas empresas y negocios locales, en especial a los vendedores de alimentos y los servicios que dependen de la refrigeración. Sin energía constante, los dueños de estos establecimientos se ven obligados a tirar productos perecederos y perder ingresos. «Cada día que no tenemos luz es dinero perdido. Nadie nos compensa por las pérdidas, y lo poco que tenemos se nos va en combustible para los generadores, cuando conseguimos alguno», cuenta Raúl, propietario de una pequeña tienda de alimentos en Santiago de Cuba.

El gobierno ha implementado esfuerzos de emergencia para paliar la situación y ha recibido ayuda de países aliados en forma de envíos de combustible. Sin embargo, la crisis sigue siendo profunda y de difícil solución. Sin una infraestructura moderna y con una escasez crónica de recursos, muchos cubanos ven el panorama energético con escepticismo y temor a que la situación no mejore en el corto plazo. «Esto no es solo un problema de ahora», advierte Teresa, profesora jubilada en Matanzas, «llevamos años con apagones, pero esta vez se siente más fuerte. Cada vez tenemos menos respuestas y más incertidumbre. Vivimos cada día preguntándonos si al menos hoy podremos tener electricidad unas horas».

A medida que la situación empeora, la incertidumbre se ha convertido en una constante en los hogares cubanos, donde la oscuridad de los apagones es reflejo de una crisis que no parece tener una pronta solución. La población pide claridad y medidas concretas, mientras continúa soportando los efectos devastadores de un sistema energético cada vez más insuficiente y precario.

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