Un nuevo episodio de desorganización logística afectó este miércoles a peloteros, entrenadores, árbitros y directivos implicados en la Serie Nacional, luego de que los equipos que enfrentaron al Victoria de Girón quedaran varados sin transporte tras concluir un doble juego. El incidente volvió a exponer las fallas estructurales en la gestión del deporte cubano, ya golpeado por limitaciones materiales y una profunda crisis de recursos.
Según la información recibida, el ómnibus asignado para retornar a los atletas desde Matanzas hacia Varadero solo recibió 30 litros de combustible, una cantidad insuficiente para completar el trayecto de ida y vuelta. Como consecuencia, todos los involucrados fueron dejados a su suerte, sin orientación ni apoyo institucional, pese a tratarse de un evento deportivo oficial que demanda organización, previsión y garantías mínimas para los participantes.
El hecho ha generado malestar dentro de la comunidad deportiva y entre aficionados que consideran que situaciones como esta son inadmisibles en un campeonato nacional. La ausencia de responsables visibles y la falta de explicaciones oficiales alimentan aún más la indignación. En un contexto de profunda crisis energética y creciente precariedad del transporte, el incidente se convierte en un reflejo más de las carencias estructurales que afectan al país.
Para numerosos seguidores del béisbol, la pregunta es inevitable: ¿quiénes son los responsables de permitir que atletas y árbitros queden abandonados tras una jornada que exige máximo esfuerzo físico y profesional? La respuesta, de momento, permanece sin aclararse.
Mientras tanto, los deportistas continúan entre la incertidumbre y el cansancio, esperando una solución que debió estar garantizada desde el principio. Un episodio más que evidencia la necesidad urgente de reorganizar prioridades y proteger dignamente al deporte nacional.
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