La octava prueba integrada del colosal sistema espacial Starship de SpaceX terminó en una explosión en pleno vuelo este jueves, marcando la segunda pérdida consecutiva del vehículo durante pruebas de altitud elevada. Aunque la nave espacial resultó destruida minutos antes de culminar su ascenso suborbital, la compañía alcanzó un logro significativo al recuperar con éxito el propulsor Super Heavy, una maniobra compleja que representa un avance considerable en la tecnología de reutilización de cohetes.
El lanzamiento ocurrió a las 6:30 p.m. (hora de Miami) desde la base espacial Starbase, ubicada en las cercanías de Brownsville, Texas. Este vuelo experimental se centraba en evaluar importantes modificaciones realizadas tras el fracaso anterior del pasado enero, que había terminado con una explosión sobre las Islas Turcas y Caicos. La Administración Federal de Aviación (FAA, por sus siglas en inglés), organismo regulador de estos lanzamientos comerciales, autorizó la operación tras considerar cumplidos los requisitos técnicos y de seguridad necesarios.
Dos minutos y medio después del lanzamiento, la etapa superior Starship se separó del propulsor Super Heavy, el cual logró un aterrizaje exitoso, siendo capturado por la torre conocida como «Mechazilla». Esta maniobra compleja, en la que el cohete es capturado literalmente en el aire mediante brazos mecánicos gigantes, se ha completado exitosamente en tres ocasiones, consolidando una prometedora tecnología de reutilización que podría abaratar considerablemente los vuelos espaciales.
La Starship continuó ascendiendo durante varios minutos más hasta que se perdió contacto aproximadamente 20 segundos antes de finalizar su fase de ascenso prevista. Según informes de SpaceX, varios motores principales de la nave se apagaron prematuramente, provocando una rápida pérdida del control de vuelo y su posterior destrucción. La explosión fue vista claramente desde zonas de Florida y diversas áreas del Caribe.
Tras la pérdida de la señal con la nave, la FAA ordenó el cierre temporal de operaciones en varios aeropuertos importantes, incluyendo Miami, Fort Lauderdale, Palm Beach y Orlando, debido al riesgo de caída de escombros espaciales. Estas precauciones reflejan la seriedad con que la agencia regula este tipo de lanzamientos, dada la proximidad de áreas densamente pobladas a las trayectorias utilizadas.
El objetivo principal de esta misión era probar múltiples mejoras implementadas tras el fracaso anterior, incluyendo modificaciones en los materiales aislantes, ajustes técnicos en los motores y cambios aerodinámicos en la estructura del vehículo. Estos cambios buscaban reforzar la resistencia y mejorar el control térmico de la nave durante su ascenso y eventual reingreso atmosférico.
En una declaración pública, SpaceX aseguró estar analizando detalladamente los datos recopilados durante el vuelo para identificar las causas exactas del incidente. La empresa destacó que, pese al fracaso, los aprendizajes obtenidos serán fundamentales para perfeccionar futuros lanzamientos.
Mientras tanto, los residentes de las Islas Turcas y Caicos todavía enfrentan consecuencias derivadas del incidente anterior, con restos del anterior lanzamiento aún dispersos en playas y carreteras, una situación que incrementa la atención sobre las responsabilidades ambientales y de seguridad de estos ambiciosos proyectos espaciales.
SpaceX mantiene su compromiso con el desarrollo del Starship, vehículo clave en sus planes de exploración espacial a largo plazo, incluida la aspiración de futuras misiones tripuladas a la Luna y Marte. Este nuevo revés pone en evidencia los desafíos técnicos enormes inherentes al desarrollo de tecnologías tan innovadoras y ambiciosas, pero también subraya la resiliencia de una industria espacial privada decidida a abrir nuevas fronteras para la humanidad.