La pasada semana, la provincia de Santiago de Cuba quedó completamente desconectada del Sistema Eléctrico Nacional, según informó la Empresa Eléctrica local a través de sus redes sociales. Una avería en la línea de 110 kV en Renté dejó a miles de personas sin electricidad, afectando además a la vecina provincia de Guantánamo. Aunque las autoridades anunciaron que el servicio fue parcialmente restablecido horas después, este incidente vuelve a evidenciar la fragilidad crónica de la infraestructura energética cubana.
A pesar de que la Empresa Eléctrica declaró que «todo lo que estaba con servicio antes de la incidencia» ya había sido restablecido, la realidad es que los apagones planificados por déficit de generación persisten. Este nuevo corte, que inicialmente se describió como un fallo técnico, vuelve a poner en tela de juicio la capacidad del sistema eléctrico de la isla para enfrentar una creciente demanda en un contexto de escasez de recursos y mantenimiento insuficiente.
Una crisis que se extiende
La frecuencia de apagones en Cuba no es un fenómeno nuevo, pero se ha intensificado en los últimos años, afectando significativamente la vida cotidiana de los ciudadanos. Desde la falta de aire acondicionado y refrigeración hasta la imposibilidad de mantener negocios y hospitales plenamente operativos, los cortes eléctricos se han convertido en un problema estructural que el gobierno parece incapaz de resolver.
Según expertos, el sistema eléctrico cubano está atrapado en un círculo vicioso: la falta de inversión en tecnología moderna y la dependencia de fuentes de energía obsoletas y contaminantes, como las termoeléctricas, agravan la situación. Además, las sanciones económicas y la dificultad para adquirir piezas de repuesto complican aún más el panorama.
¿Una solución a la vista?
Mientras los ciudadanos intentan adaptarse a los apagones recurrentes, el gobierno cubano insiste en que está trabajando para estabilizar el sistema energético. Sin embargo, muchos cuestionan la efectividad de estas medidas, dado que las averías y el déficit de generación son problemas que no muestran signos de mejora a corto plazo.
Este último apagón en Santiago de Cuba es solo un ejemplo más de cómo el colapso del sistema eléctrico cubano refleja una crisis más amplia en la gestión de los servicios públicos en la isla. Mientras tanto, los ciudadanos siguen esperando soluciones concretas que, por ahora, parecen estar fuera del alcance de las autoridades.