Las calles de Santiago de Cuba se convirtieron en el epicentro de un clamor popular sin precedentes este domingo. Los manifestantes, enfrentando directamente a las autoridades, lanzaron un mensaje contundente a la primera secretaria del PCC en Santiago de Cuba, Beatriz Johnson Urrutia: «¡No queremos muela!». Este grito simboliza el rechazo rotundo a discursos vacíos y demanda soluciones concretas a la aguda crisis energética y de escasez alimentaria que asola al país.
La situación en Santiago de Cuba refleja el creciente descontento social ante la prolongada crisis energética exacerbada por paros técnicos en centrales termoeléctricas, lo que ha resultado en un déficit energético superior al 36% de la capacidad máxima de generación. Esta crisis ha provocado apagones generalizados que afectan gravemente la vida cotidiana de los cubanos, desde la conservación de alimentos hasta el uso de electrodomésticos esenciales.
Las manifestaciones no solo expresan frustración por la falta de servicios básicos sino también un profundo descontento con la gestión gubernamental. La población, hastiada de la propaganda oficial que ignora su realidad diaria, exige cambios significativos. Desde julio, se ha observado un notable aumento de las protestas que critican directamente al gobierno, reclamando un cambio de liderazgo.
En el Consejo Popular Altamira, los residentes manifestaron su exasperación por los continuos cortes de electricidad. La aparición de Beatriz Johnson Urrutia en un intento por calmar los ánimos fue recibida con abucheos. Los manifestantes, demandando electricidad y respuestas, subrayaron su insatisfacción con una claridad meridiana.
Este panorama de protestas se inscribe en una crisis multidimensional que enfrenta Cuba, marcada por un éxodo significativo de ciudadanos que buscan escapar del deterioro socioeconómico. Incluso la deserción de deportistas ha generado alarmas dentro del gobierno.
Ante estas manifestaciones, el gobierno ha respondido con el despliegue de fuerzas militares y de orden público, en un intento por contener a los manifestantes. Sin embargo, estos continúan firme en su exigencia de cambios y soluciones. La comunidad internacional y las organizaciones de derechos humanos están observando de cerca, enfatizando la importancia de preservar la libertad de expresión y el derecho a la protesta pacífica en la isla.