La ciudadana cubana Yudith Rojas Galán ha decidido tomar una medida extrema para denunciar lo que ella describe como un acto de brutalidad policial, en un suceso que ha generado controversia y debate en torno a la situación de los derechos humanos en Cuba. Rojas Galán se cosió la boca y se plantó en Centro Habana con un cartel denunciando a los «policías abusadores», a pesar de que el gobierno cubano niega categóricamente la existencia de violencia policial en la isla.
Según relató Rojas Galán, su detención y posterior maltrato ocurrieron en circunstancias extremas. La mujer se autolesionó utilizando una botella de ron vacía para llamar la atención sobre su situación, después de ser ignorada por los oficiales en el momento de su detención. Describió cómo un oficial llamado Estiven la maltrató físicamente, mientras otras detenidas, jóvenes acusadas de prostitución, clamaban por el cese del abuso. Este testimonio ha resonado en la comunidad, destacando la urgencia de abordar las alegaciones de maltrato por parte de las fuerzas de seguridad.
El gobierno cubano, por su parte, ha respondido a estas acusaciones manteniendo que no se ejerce violencia policial contra sus ciudadanos. Sin embargo, el caso de Rojas Galán pone de manifiesto la disonancia entre las declaraciones oficiales y las experiencias reportadas por algunos ciudadanos. Durante su detención, Rojas Galán afirma que fue sometida a un trato degradante por parte de Estiven y otra agente, Milena, quienes incluso amenazaron con denunciarla por «atentado a la policía». A pesar de ello, el jefe del lugar, identificado como Noa, desestimó las acusaciones de los oficiales, reconociendo implícitamente la gravedad del incidente.
Rojas Galán ha declarado su intención de no detenerse hasta obtener justicia, indicando que ha acudido a todas las instituciones del país sin encontrar solución a su caso. Sus declaraciones sobre la corrupción y la inmoralidad dentro de las fuerzas de seguridad reflejan un profundo descontento y desconfianza hacia el sistema.
Representantes gubernamentales han respondido a las acusaciones de Yudith Rojas Galán, calificándola de «delincuente común» con un historial de «innumerables antecedentes». Según estas fuentes, Rojas busca aprovechar cualquier pretexto para difamar y ensuciar el nombre de la policía cubana. Esta postura sugiere una narrativa oficial que busca deslegitimar las denuncias de Rojas Galán, enmarcándolas dentro de un esquema de manipulación con motivos ulteriores. La polarización de las opiniones en torno a este caso refleja la complejidad de abordar las denuncias de abuso en un contexto donde las versiones oficiales y las experiencias personales se contraponen drásticamente.
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