Los Institutos Nacionales de Salud de EE.UU. suspenden investigación sobre el «síndrome de La Habana» tras revelaciones de coacción a participantes

Los Institutos Nacionales de Salud (NIH) de Estados Unidos han anunciado la suspensión de su investigación sobre el enigmático «síndrome de La Habana», una condición que ha afectado a diplomáticos, soldados y agentes de inteligencia estadounidenses en diversas partes del mundo. Esta decisión se tomó luego de que una investigación interna del NIH descubriera que varios participantes fueron coaccionados para formar parte del estudio, lo que contraviene los principios éticos fundamentales en la investigación científica.

El canciller cubano, Bruno Rodríguez Parrilla, se pronunció sobre la suspensión a través de su cuenta en la red social X, afirmando que esta acción confirma que las acusaciones en torno al «síndrome de La Habana» fueron utilizadas como un pretexto para justificar un enfoque más agresivo en la política de Estados Unidos hacia Cuba.

Según el informe del NIH, la coacción no fue ejercida directamente por esta institución, aunque no se especificaron los responsables exactos de estas presiones. Sin embargo, algunas de las personas afectadas señalaron a la Agencia Central de Inteligencia (CIA) como la entidad que las forzó a participar en el estudio. De acuerdo con testimonios de exfuncionarios, como Marc Polymeropoulos, un exagente de la CIA que asegura haber sido víctima del síndrome, los altos mandos de la agencia habrían ordenado la participación de sus empleados en la investigación como condición previa para recibir atención médica en centros especializados como el hospital militar Walter Reed.

En marzo, la CIA emitió un comunicado en el que negaba categóricamente que se hubiera obligado a participar en el estudio a ninguna persona, postura que reafirmó al negarse a proporcionar comentarios adicionales tras el anuncio de la suspensión de la investigación por parte del NIH.

A pesar de la controversia, el NIH subrayó que la suspensión del estudio no implica una alteración de los resultados obtenidos hasta la fecha. Los estudios realizados no han encontrado evidencias concluyentes que expliquen los síntomas reportados por los afectados. En un análisis detallado, los investigadores del NIH examinaron los cerebros de los individuos que se cree padecen el «síndrome de La Habana», sin hallar pruebas consistentes de lesiones cerebrales ni diferencias significativas en comparación con un grupo de control sano. Además, un segundo estudio, que incluyó a 86 empleados del gobierno estadounidense y sus familiares, tampoco encontró diferencias relevantes en la mayoría de las medidas clínicas y biomarcadores entre quienes reportaron síntomas y aquellos que no.

El Dr. David Relman, profesor de Microbiología e Inmunología en Stanford y experto en investigaciones previas relacionadas con este síndrome, sugirió en un artículo editorial publicado en la revista médica JAMA que los estudios no deberían descartarse precipitadamente, argumentando que otras investigaciones han mostrado indicios de anomalías en el cerebro. Relman enfatizó la necesidad de desarrollar nuevas pruebas sensibles y estandarizadas para diagnosticar esta condición, especialmente en lo que respecta a la función del sistema nervioso.

El «síndrome de La Habana» surgió por primera vez en 2016 en la capital cubana, cuando varios diplomáticos estadounidenses informaron de síntomas similares a los de un traumatismo craneal, como mareos y dolores de cabeza severos. Desde entonces, se han reportado más de 1.500 casos en personal estadounidense desplegado en 96 países. Durante mucho tiempo, se especuló que una nueva arma podría ser la causa de estas enfermedades, sin embargo, la comunidad de inteligencia de EE.UU. ha declarado que no puede vincular estos casos a una campaña dirigida por un enemigo extranjero, dejando el origen de la enfermedad en la incertidumbre.

Esta decisión de los NIH marca un nuevo capítulo en la compleja y controvertida historia del «síndrome de La Habana», una condición que ha planteado desafíos tanto para la comunidad médica como para la inteligencia estadounidense. Mientras tanto, los afectados por esta misteriosa enfermedad continúan buscando respuestas sobre su origen y posibles tratamientos.

Fuente: CNN, CUBAHERALD, US Today y MINREX

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