Un nuevo vuelo de deportación procedente de Estados Unidos arribó este martes a La Habana con 118 ciudadanos cubanos a bordo, marcando la séptima operación de repatriación desde que Donald J. Trump retomó la presidencia en enero de este año. Según informaron fuentes oficiales, entre los retornados se encuentran 96 hombres y 22 mujeres, todos clasificados como migrantes irregulares detenidos en territorio estadounidense.
La medida se inscribe en el restablecimiento de una política migratoria más estricta por parte del Gobierno estadounidense, que ha retomado mecanismos de cooperación con las autoridades cubanas en materia de control fronterizo y repatriaciones. Desde el inicio del año, un total de 833 ciudadanos cubanos han sido devueltos a la isla en 27 operaciones conjuntas, no solo desde Estados Unidos, sino también desde países de tránsito en América Latina y el Caribe.
Este flujo de retornos ocurre en un contexto en el que la emigración masiva continúa siendo una válvula de escape para miles de personas que huyen del empobrecimiento económico, el desabastecimiento generalizado y las limitaciones al desarrollo personal y profesional. A pesar de los esfuerzos diplomáticos por frenar la migración irregular, la presión migratoria no ha disminuido y muchas familias cubanas siguen apostando por rutas cada vez más peligrosas para abandonar el país.
Aunque se han retomado canales de coordinación institucional entre ambos gobiernos para gestionar la migración, la situación estructural dentro de Cuba no ha mostrado mejoras significativas. La persistencia de la crisis económica, unida a la escasez de alimentos, medicamentos y oportunidades laborales, continúa alimentando un ciclo migratorio que parece lejos de resolverse.
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