Líderes extranjeros se preparan con cautela ante las reuniones impredecibles con Trump en su segundo mandato

La segunda presidencia de Donald Trump ha generado un profundo desconcierto entre líderes internacionales que, lejos de ver en la Casa Blanca un espacio diplomático tradicional, la perciben ahora como un escenario imprevisible, donde el protocolo ha sido sustituido por la teatralidad política y el espectáculo mediático.

Una de las escenas más tensas se vivió en febrero pasado, cuando el presidente ucraniano Volodymyr Zelensky fue públicamente recriminado por Trump durante una reunión en la Oficina Oval. Mientras solicitaba más apoyo militar para enfrentar a Rusia, Zelensky fue interrumpido por el mandatario estadounidense, quien lo acusó de no mostrarse lo suficientemente agradecido. La escena fue transmitida ante medios internacionales y terminó con amenazas de Trump de retirar completamente el respaldo a Ucrania.

Este tipo de comportamiento ha encendido las alarmas en varias cancillerías del mundo. Según revelaciones citadas por CNN, diplomáticos y exembajadores describen el nuevo estilo de Trump como un ejercicio de poder basado en la provocación y el control total del relato. Más que encuentros bilaterales, sus reuniones en Washington se asemejan, dicen, a un show televisivo, donde los invitados deben medir cada palabra y evitar cualquier contradicción que pueda desatar una reacción hostil del mandatario.

Varios líderes ya adaptan sus estrategias ante este entorno. El primer ministro israelí Benjamin Netanyahu, por ejemplo, ha optado por evitar choques públicos con Trump, incluso en temas tan delicados como Gaza, sabiendo que el presidente estadounidense puede cambiar de postura repentinamente o usar la reunión para presionarlo ante cámaras.

Fuentes diplomáticas consultadas consideran que este «Trump 2.0» es más seguro de sí mismo, menos contenido y aún más inclinado a decisiones unilaterales. A diferencia de su primer mandato, donde aún tanteaba los límites del poder presidencial, ahora actúa con la convicción de quien ya ha desafiado el sistema y ha salido reforzado.

Para algunos, visitar la Oficina Oval en esta etapa implica asumir riesgos significativos. Hay quienes recomiendan mostrarse elogiosos, casi reverenciales, mientras otros sugieren prepararse para una especie de combate verbal en el que la imagen pública pesa tanto como los resultados reales. La diplomacia tradicional, basada en la confianza y la cortesía mutua, ha sido desplazada por una lógica más agresiva y transaccional.

“Trump escucha poco, decide solo y busca dominar la escena”, afirmó un exembajador europeo a CNN, al tiempo que describió el entorno actual como una «corte monárquica» en la que el acceso directo al líder es lo único que importa. Sin una conexión personal, los acuerdos pierden valor o se diluyen rápidamente.

La Casa Blanca, decorada a gusto del mandatario con tonos dorados y referencias a su visión particular de la historia estadounidense, simboliza ese cambio. Ya no es un centro de consensos, sino una arena en la que cada líder que cruza su puerta debe prepararse tanto para una negociación como para un posible espectáculo político transmitido al mundo.

Nota: Con información de CNN, DW y RTVE

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