El cine cubano, forjado entre revoluciones, crisis económicas y una insaciable sed de expresión, ha dado al mundo algunas de las obras más potentes del séptimo arte latinoamericano. Desde la mirada crítica e intelectual hasta la sátira, el lirismo y la denuncia social, las películas nacidas en la isla conforman un legado que trasciende sus fronteras geográficas y políticas.
En vísperas del Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana, que este año incluirá por primera vez una sección dedicada a creadores cubanos en el exilio, se impone una revisión imprescindible: las diez películas que mejor han capturado la complejidad, la belleza y las contradicciones de la nación caribeña. Esta selección, elaborada a partir de su impacto cultural, resonancia crítica y relevancia popular, atraviesa más de medio siglo de historia cinematográfica cubana.
1. Memorias del subdesarrollo (1968) – Dir. Tomás Gutiérrez Alea
Esta obra icónica del cine posrevolucionario analiza la alienación de un burgués atrapado entre la decadencia del pasado y la incertidumbre del presente. Gutiérrez Alea mezcla documental, ensayo y ficción con una maestría formal pocas veces igualada en América Latina. Es considerada por críticos internacionales como una de las cien mejores películas del siglo XX.
2. Fresa y chocolate (1993) – Dir. Tomás Gutiérrez Alea y Juan Carlos Tabío
En plena crisis del Período Especial, esta historia de amistad entre un joven comunista y un artista homosexual propició un hito sin precedentes en el cine cubano: una apertura a la diversidad y al diálogo. La película fue nominada al Óscar y marcó un antes y un después en el tratamiento de la identidad y la tolerancia en el audiovisual cubano.
3. Lucía (1968) – Dir. Humberto Solás
Tres mujeres, tres épocas, un país en transformación. Con una fotografía hipnótica y una puesta en escena profundamente estética, Lucía explora la emancipación femenina a través de tres momentos clave en la historia de Cuba: la lucha por la independencia, los años 30 y la Revolución triunfante. Es uno de los pilares fundamentales del llamado «nuevo cine latinoamericano».
4. La última cena (1976) – Dir. Tomás Gutiérrez Alea
Basada en un hecho histórico, esta parábola religiosa y política utiliza la alegoría de la Última Cena para denunciar el cinismo de la clase esclavista y la hipocresía del cristianismo colonial. Una crítica demoledora a las estructuras de poder bajo una apariencia teatral y visualmente refinada.
5. Suite Habana (2003) – Dir. Fernando Pérez
Sin un solo diálogo, esta obra documental-ficcional recorre un día en la vida de diez habaneros anónimos. La poesía visual de Pérez captura, con una humanidad conmovedora, las pequeñas tragedias y esperanzas que perviven en la cotidianidad de una ciudad que resiste el desgaste del tiempo y la adversidad.
6. Vampiros en La Habana (1985) – Dir. Juan Padrón
Humor, sátira y animación para adultos se fusionan en esta película de culto donde vampiros mafiosos estadounidenses, científicos cubanos y músicos de jazz se enfrentan en una delirante Habana de los años 20. Con una irreverencia típica del espíritu popular cubano, es hoy un símbolo de la creatividad en el cine animado nacional.
7. La bella del Alhambra (1989) – Dir. Enrique Pineda Barnet
Una oda nostálgica a los teatros de variedades de la Habana republicana. Esta historia de una vedette ambiciosa combina música, glamour y crítica social. La interpretación de Beatriz Valdés y su cuidada producción la convirtieron en una de las películas más vistas y queridas por el público cubano.
8. Conducta (2014) – Dir. Ernesto Daranas
Esta producción contemporánea narra con crudeza y ternura el vínculo entre un niño en situación de riesgo y su maestra, en un sistema educativo asediado por las carencias. La cinta se convirtió en fenómeno de taquilla en Cuba y abrió un debate nacional sobre la infancia, la marginalidad y los desafíos del presente.
9. Madagascar (1994) – Dir. Fernando Pérez
Rodada durante el desmoronamiento económico del Período Especial, Madagascar es una fábula sobre la evasión y el encierro. Su lenguaje simbólico y su intimismo la distancian de la narrativa épica revolucionaria para abrazar una sensibilidad existencial, casi silenciosa, que representó un giro crucial en el cine cubano de los 90.
10. Clandestinos (1987) – Dir. Fernando Pérez
Basada en hechos reales, relata las operaciones de impresión subversiva contra la dictadura de Batista. Más que una película política, es una historia de amor y coraje que humaniza a los combatientes de la clandestinidad. Su tono lírico y su mirada generacional la hacen todavía relevante en la memoria colectiva.
Una filmografía resistente y en evolución
El cine cubano ha sobrevivido a los vaivenes económicos, la censura, el exilio de sus talentos y la escasez de recursos materiales. Desde la fundación del Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC) en 1959, ha sido una trinchera de expresión artística y un espejo fiel —a veces incómodo— de la realidad de la isla.
A lo largo de las décadas, nombres como Gutiérrez Alea, Humberto Solás, Fernando Pérez, Enrique Pineda Barnet y Juan Padrón han contribuido a definir una estética y una voz propias, con obras que trascienden lo nacional para dialogar con el mundo. Hoy, nuevas generaciones dentro y fuera de Cuba —tanto en el sistema institucional como desde el cine independiente— continúan esa tradición, ampliando las fronteras temáticas y formales del cine cubano.
El próximo Festival de Cine de La Habana, que incluirá una retrospectiva de varias de estas películas y abrirá espacio al cine de la diáspora, se perfila como una oportunidad para reencontrarse con ese legado y reflexionar sobre el camino recorrido y los horizontes por venir. Mientras la nación enfrenta un presente convulso, el cine cubano sigue alumbrando el alma de su pueblo con imágenes, sonidos y memorias que resisten al olvido.