En una reciente publicación que se ha vuelto viral en las redes sociales, se describe de manera mordaz y crítica el estado actual de la Revolución Cubana. El texto, que redefine el concepto de «Revolución», refleja la frustración y desilusión de muchos cubanos ante la realidad que enfrentan día a día.
El concepto original de Revolución, que una vez simbolizó la promesa de cambio, progreso y justicia social, ha sido transformado en un escenario de sobrevivencia y desesperanza. Según el texto, la Revolución hoy en día es «cambiar todas las termoeléctricas que deben ser cambiadas», una clara referencia a la obsolescencia y deterioro de la infraestructura energética del país, que constantemente deja a la población sumida en apagones.
El escrito continúa destacando la ironía de tener que «emigrar por nosotros mismos y con nuestros propios esfuerzos», señalando la falta de oportunidades dentro del país y la necesidad de buscar una vida mejor en el extranjero. Este fenómeno ha convertido a la emigración en un acto de supervivencia, contrario a la idea de un hogar próspero y seguro que la Revolución prometía.
La lucha diaria por conseguir comida «al precio de cualquier sacrificio» resuena como una realidad amarga para los cubanos, quienes deben lidiar con la escasez y las largas colas para obtener productos básicos. Esta situación ha llevado a muchos a cuestionar los logros y beneficios reales de la Revolución, que en teoría debería garantizar una vida digna y acceso a necesidades básicas.
El texto también expone la contradicción de trabajar exhaustivamente solo para enfrentarse a condiciones de vida arcaicas, como tener que cargar cubos de agua «como si vivieras en el cuerno de África». Esta comparación subraya la brecha entre la retórica oficial y la dura realidad de la infraestructura deficiente y la falta de servicios esenciales.
La mención de «mipyme», «mlc» y la tasa de cambio de «390 CUP por un dólar» pone en evidencia la complejidad y las dificultades del sistema económico cubano actual, donde la dualidad monetaria y las políticas económicas restrictivas complican aún más la vida de los ciudadanos. Estas cifras y términos reflejan un panorama de desigualdad y precariedad económica que ha alejado al país de sus ideales revolucionarios originales.
La crítica también abarca la «sobrevivencia a nuestros apagones» y la «esperanza en 64 mil milenios», indicando un escepticismo profundo hacia cualquier mejora tangible en el futuro cercano. El sentimiento de haber sacrificado tanto sin obtener los beneficios prometidos es palpable y genera una sensación de resignación y desesperanza.
Finalmente, la reflexión de que «de la Revolución que un día tuvimos, esto es lo que queda», encapsula la decepción generalizada y la percepción de que los ideales y promesas revolucionarias han sido traicionados por la realidad actual.
Este texto sirve como un recordatorio potente de la distancia entre la narrativa oficial y la experiencia cotidiana de los cubanos. La urgencia de abordar estos problemas de manera honesta y efectiva no puede ser subestimada si se desea recuperar la confianza y el apoyo de la población hacia cualquier proyecto de cambio y mejora social.