Ayer, CiberCuba publicó un artículo en el que dirigía fuertes ataques hacia el cantante cubano Lenier Mesa, basados en una improvisación de versos durante su participación en el programa de Alexis Valdés, los cuales fueron interpretados como homofóbicos. Sin embargo, resulta esencial aclarar que esta acusación no refleja la verdadera personalidad ni las convicciones de Lenier, un artista cuyo historial personal y profesional demuestra todo lo contrario.
Lejos de ser una persona homofóbica, Lenier Mesa mantiene relaciones cercanas y respetuosas con la comunidad LGBTIQ+. No solo tiene varios amigos pertenecientes a esta comunidad, sino que, además, su propio hermano es miembro de la comunidad LGBTIQ+, con quien mantiene las mejores relaciones. Quienes conocen de cerca a Lenier pueden atestiguar que no es, ni ha sido, un promotor de discursos de odio o intolerancia. Sus acciones y relaciones demuestran que las acusaciones de CiberCuba carecen de fundamento y están fuera de contexto.
Resulta igualmente sorprendente cómo CiberCuba, que ahora se posiciona como un defensor de los derechos LGBTIQ+ para criticar a Lenier, ha guardado silencio cuando figuras como el Sr. del Rancho han lanzado comentarios mucho más despectivos contra esta misma comunidad. El Sr. del Rancho ha utilizado términos peyorativos como «pájaros de carroza» o «travestis» en varias ocasiones, perpetuando estereotipos negativos y ofensivos. Sin embargo, estos insultos no recibieron la misma atención ni condena por parte de CiberCuba, lo que evidencia una clara doble moral a la hora de decidir qué ofensas son dignas de crítica.
La falta de coherencia de CiberCuba no se limita únicamente a los temas relacionados con la comunidad LGBTIQ+. El Sr. del Rancho también ha emitido comentarios peyorativos hacia los cubanos, refiriéndose a ellos como «cubanos de pan con bistec» en tono despectivo, sin que esto provocara la mínima reacción por parte de este medio. Este tipo de insultos también son ofensivos y merecen una condena pública, pero parece que CiberCuba prefiere hacer la vista gorda cuando se trata de figuras que no están en su punto de mira.
Más allá de esto, es alarmante que CiberCuba tampoco haya levantado la voz cuando CubaHerald, nuestro medio, fue objeto de graves ataques por parte de Alexander Otaola, quien nos vinculó sin fundamento alguno con la Seguridad del Estado cubano. A pesar de que emitimos una nota de prensa rechazando dichas acusaciones, y la enviamos a CiberCuba para su distribución, este medio decidió no publicar nuestra versión ni ofrecer espacio para nuestra defensa. Este silencio también revela una preocupante falta de imparcialidad, ya que se ignoraron las acusaciones infundadas que afectaron la reputación de nuestro medio.
Es importante resaltar que juzgar a Lenier por un momento de improvisación artística, fuera de contexto y sin considerar su historial, es injusto. Los artistas, como cualquier ser humano, pueden verse envueltos en situaciones que luego son malinterpretadas, pero esto no significa que deban ser atacados sin una investigación justa de su carácter y acciones. Si analizamos la trayectoria de Lenier, su respeto y apoyo hacia la comunidad LGBTIQ+ son evidentes, tanto en su entorno personal como en su vida pública.
Los medios de comunicación tienen la responsabilidad de ser coherentes en su cobertura, condenando todos los actos ofensivos de manera equitativa y sin aplicar criterios selectivos. Los ataques hacia Lenier, sumados a la omisión de las acusaciones que enfrentó CubaHerald, sugieren que CiberCuba está más interesado en alimentar narrativas convenientes que en defender una postura verdaderamente justa y equilibrada. Si realmente quieren presentarse como un medio comprometido con los derechos de todos, deberían aplicar los mismos estándares críticos a todas las figuras públicas, independientemente de su popularidad o relación con el medio.