Personas rodean árbol frente a edificio colonial

La ceiba de El Templete: testigo silencioso del nacimiento de La Habana

En pleno corazón del centro histórico habanero, rodeada por edificios coloniales y frente al majestuoso edificio del Templete, se alza un árbol que ha trascendido el tiempo para convertirse en símbolo sagrado de la ciudad: la ceiba de El Templete. Más que un simple árbol, representa una tradición viva, una leyenda urbana, y un hito cultural que conecta el presente de Cuba con sus raíces fundacionales.

Según cuenta la historia, fue bajo una ceiba donde, el 16 de noviembre de 1519, se celebró la primera misa y cabildo de la entonces naciente villa de San Cristóbal de La Habana. Desde entonces, generaciones enteras han rendido tributo a ese hecho fundacional, convirtiendo la visita a la ceiba —o más bien, a sus sucesoras— en una práctica cargada de misticismo y devoción.

Cada año, el 16 de noviembre, miles de habaneros y visitantes se acercan a la ceiba de El Templete para dar tres vueltas alrededor del árbol y pedir un deseo. Se trata de un ritual silencioso, pero profundo, donde conviven la fe, la historia y las supersticiones populares. Muchos lo hacen con los ojos cerrados, otros con una flor o una moneda en la mano, y todos con la esperanza de que el árbol, guardián de los secretos de la ciudad, les conceda lo anhelado.

Curiosamente, la ceiba actual no es la original. De hecho, se han plantado varias desde el siglo XVIII, cuando se erigió el Templete como monumento conmemorativo. Las anteriores han muerto por causas naturales o han sido removidas por deterioro. Sin embargo, cada nueva ceiba que se planta en su lugar hereda el valor simbólico de la primera, como si se tratara de una reencarnación vegetal que mantiene viva la conexión con el pasado.

La ceiba, venerada por culturas ancestrales como símbolo de fuerza, sabiduría y eternidad, es también un árbol sagrado en las creencias afrocubanas. En la regla de Ocha-Ifá (santería), se considera morada de los orishas y punto de contacto con los espíritus. Por ello, el árbol no solo forma parte del imaginario histórico, sino también del universo espiritual cubano.

Hoy, en una Habana convulsa y contradictoria, donde el tiempo parece detenerse entre la decadencia arquitectónica y la vitalidad de su gente, la ceiba de El Templete resiste como un testigo silencioso del nacimiento de la ciudad, un símbolo de fe colectiva, y una de las curiosidades culturales más emblemáticas de Cuba.

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