Un ataque aéreo sobre la capital yemení, Saná, atribuido a Israel, habría provocado la muerte de altas figuras del movimiento hutí, grupo insurgente apoyado por Irán y que mantiene el control de buena parte del país.
Según reportes de Euronews y The Times of Israel, entre los fallecidos se encontraría el primer ministro hutí, Ahmed al-Rahawi, considerado uno de los dirigentes de mayor peso político dentro del movimiento. El bombardeo, ocurrido el pasado 28 de agosto, también habría acabado con la vida del ministro de Defensa hutí, Mohamed al-Atifi, y del jefe de Estado Mayor, Muhammad Abd al-Karim al-Ghamari, lo que supondría un duro golpe a la estructura militar de la organización.
Por su parte, fuentes israelíes destacaron que la operación se centró en “neutralizar a la cúpula de mando responsable de ataques recientes contra territorio israelí y rutas comerciales en el mar Rojo”. Israel ha acusado reiteradamente a los hutíes de coordinarse con Teherán para desestabilizar la región y extender la influencia iraní en Oriente Medio.
Sin embargo, el movimiento hutí negó las muertes de sus principales dirigentes, afirmando que los bombardeos impactaron zonas residenciales y provocaron víctimas civiles. En un comunicado difundido por sus canales oficiales, los rebeldes acusaron a Israel de “cometer una masacre contra el pueblo yemení” y prometieron una respuesta militar.
El hecho marca una escalada significativa en la guerra regional. Hasta ahora, los ataques hutíes habían estado centrados en Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos, además de las ofensivas con drones y misiles contra Israel en los últimos meses. La eliminación de su cúpula supondría un debilitamiento momentáneo de su capacidad operativa, aunque podría detonar represalias más intensas.
Analistas consideran que este ataque se inscribe en un conflicto más amplio entre Israel e Irán, donde los hutíes actúan como un brazo armado de Teherán en la península arábiga. La operación también envía un mensaje claro a otros grupos aliados de Irán en la región, como Hezbollah en el Líbano o las milicias chiíes en Irak.
Mientras tanto, la comunidad internacional observa con preocupación el riesgo de que la guerra en Yemen y la ofensiva israelí contra los hutíes deriven en un nuevo frente de inestabilidad regional, sumándose a las tensiones ya existentes en Gaza, Líbano y Siria.
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