Las cifras oficiales muestran que la inflación interanual en el mercado formal cubano descendió a un 16,43 % en mayo, el índice más bajo registrado desde el inicio de la pandemia. Sin embargo, en la vida cotidiana de millones de cubanos, esa supuesta mejora apenas se percibe. En los mercados informales —que en la práctica funcionan como el principal canal de abastecimiento del país— los precios siguen escalando sin freno.
De acuerdo con los datos publicados por la Oficina Nacional de Estadística e Información (ONEI), los alimentos, bebidas, servicios y productos de uso diario aumentaron menos que en años anteriores. Pero el informe no refleja los precios reales que enfrentan los ciudadanos en el día a día, especialmente en el mercado negro, donde la mayoría compra lo que no encuentra en las tiendas estatales.
“Es como si viviéramos en dos países distintos: en el papel, los precios bajan, pero en la calle todo sube”, comenta Yaima, una madre de dos hijos que compra productos agrícolas y carne por fuera del sistema formal. En esos espacios, donde la regulación es prácticamente inexistente, un litro de aceite, una pastilla de jabón o un paquete de leche en polvo puede superar el salario mensual de un trabajador estatal.
En los últimos años, el mercado informal ha pasado de ser una alternativa ocasional a convertirse en la única fuente de abastecimiento de alimentos, medicinas y productos básicos. Mientras la inflación oficial cae, los ciudadanos de a pie denuncian que la moneda nacional sigue perdiendo poder adquisitivo frente al dólar y el euro, y que los precios en moneda libremente convertible (MLC) —o en su defecto, en efectivo— no hacen más que aumentar.
Los economistas alertan sobre esta desconexión. “Una cosa es lo que se reporta en los mercados estatales, donde la oferta es escasa, y otra muy distinta es lo que ocurre en el circuito real de compra-venta, que es informal y altamente dolarizado”, explica un especialista consultado por CubaHerald.
Aunque la ONEI asegura que la inflación ha bajado desde el 31 % en mayo de 2024 hasta el 16 % actual, los números omiten los precios de productos que no están disponibles en tiendas o mercados estatales. Y si no están disponibles allí, no entran en las estadísticas. “¿De qué sirve que digan que el arroz subió un 10 %, si ese arroz no lo ves ni en fotos en la bodega?”, se pregunta Ariel, residente en Santiago de Cuba.
El peso cubano sigue desplomado, y los salarios, incluso con aumentos recientes, no alcanzan para cubrir la canasta básica. Más del 90 % de los ingresos mensuales se destinan a alimentos, transporte, electricidad —cuando hay— y productos de higiene. El resto es sobrevivencia.
Crisis prolongada, percepción deteriorada
La crisis económica, energética y social que vive Cuba desde hace más de cinco años ha generado una ruptura entre la información oficial y la percepción pública. En medio de apagones, escasez de combustible, dolarización creciente y salarios congelados, muchos ciudadanos califican los anuncios estadísticos como “fuera de contexto”.
“Las estadísticas pueden mejorar, pero el hambre no entiende de porcentajes”, lamenta un joven cuentapropista de Cienfuegos. Para él, como para miles, la verdadera inflación es la que se mide en la calle, con el precio de un cartón de huevos, una recarga telefónica o un litro de leche. Y en ese “termómetro real”, la temperatura no baja: sigue subiendo.
#CrisisEnCuba #MercadoNegro #Inflación #Precios #Cuba2025 #CubaHerald #EconomíaCubana #Salarios #CanastaBásica