Grave crisis en La Habana reaviva dudas sobre la gestión gubernamental y el olvido del resto del país

La Habana atraviesa uno de sus momentos más críticos en años recientes. Ayer viernes 3 de octubre se celebró una Reunión de Trabajo de Emergencia en el Comité Provincial del Partido Comunista, encabezada por Miguel Díaz-Canel Bermúdez, con el objetivo de abordar el colapso que vive la capital: apagones prolongados, falta de agua, acumulación de basura y un evidente deterioro en los servicios básicos que afecta a la mayoría de los habaneros.

En el encuentro —difundido brevemente por la prensa oficial— se anunciaron la creación de equipos de trabajo “para atender directamente” las principales problemáticas, en coordinación con autoridades locales. Sin embargo, muchos ciudadanos se preguntan si estas comisiones de emergencia no son solo paliativos de corto alcance ante una crisis estructural que lleva años gestándose.

Durante la reunión, Díaz-Canel reconoció que “los reclamos de la población son legítimos”, pero insistió en que deben realizarse “en los lugares establecidos, en el Partido, en las instituciones del Gobierno y del Estado”. También advirtió que “nadie está autorizado a cerrar una vía pública” y que “se tomarán medidas” contra quienes lo hagan, alegando que tales acciones “obstaculizan servicios imprescindibles para nuestro propio pueblo”.

Estas declaraciones, lejos de calmar los ánimos, han generado un creciente malestar en redes sociales, donde muchos interpretan las palabras del mandatario como una amenaza velada ante el creciente descontento popular. La convocatoria de fuerzas del Ministerio del Interior y las Fuerzas Armadas para “sumarse al pueblo” ha sido vista como una medida preventiva ante el temor de nuevas protestas espontáneas, similares a las de julio de 2021.

La pregunta que muchos cubanos se hacen hoy es inevitable: ¿y las demás provincias? Si en la capital, donde se concentra la mayor parte de la infraestructura estatal, la situación es calificada de “crítica”, ¿qué ocurre entonces en los territorios del oriente o el centro del país, donde los apagones, la falta de transporte y la escasez de agua son cotidianos desde hace meses?

El deterioro de los servicios en La Habana parece ser solo el reflejo más visible de un problema nacional que ha alcanzado niveles alarmantes. Las medidas emergentes, una vez más, llegan tarde y sin un plan estructural que ofrezca soluciones reales.

Mientras tanto, la población continúa soportando el peso de una crisis que se agrava día a día, con la esperanza de que, más allá de discursos y reuniones, finalmente se adopten políticas eficaces que devuelvan estabilidad y dignidad a la vida cotidiana de los cubanos.

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