El expresidente de Uruguay, José “Pepe” Mujica, ha fallecido este martes a los 89 años a causa de un cáncer de esófago con metástasis hepática. La noticia, confirmada por el presidente Yamandú Orsi, marca el adiós de una figura política singular, que dejó una huella indeleble en la historia reciente de América Latina por su ejemplo de vida sencilla, discurso ético y compromiso con las causas sociales.
“Te vamos a extrañar mucho, viejo querido”, expresó Orsi en redes sociales, donde también lo definió como “presidente, militante, referente y conductor”. Horas antes, su esposa, la exvicepresidenta Lucía Topolansky, había informado que Mujica se encontraba en fase terminal y recibiendo cuidados paliativos en su casa del barrio Rincón del Cerro, donde vivió toda su vida adulta.
De la guerrilla a la presidencia
José Mujica nació en Montevideo en 1935, en el seno de una familia trabajadora con raíces vascas. En su juventud integró el Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros, un grupo guerrillero marxista que combatió a los gobiernos conservadores uruguayos de los años 60 y 70. Fue herido de bala en varias ocasiones y pasó 14 años encarcelado durante la dictadura militar, en condiciones extremas que marcaron profundamente su visión de la política y de la vida.
Con el retorno de la democracia en 1985, Mujica inició su carrera institucional. Fue electo diputado en 1995 y luego senador en 1999, por el Movimiento de Participación Popular (MPP), una fuerza de izquierda fundada por excombatientes tupamaros. En 2005 fue designado ministro de Ganadería, Agricultura y Pesca por el gobierno del Frente Amplio, y en 2010 asumió la presidencia de la República, cargo que ocupó hasta 2015.
Durante su mandato impulsó políticas progresistas emblemáticas como la legalización del matrimonio igualitario y de la marihuana, ambas aprobadas en 2013, consolidando a Uruguay como uno de los países más vanguardistas de la región en materia de derechos civiles.
Una vida sin adornos
A diferencia de muchos jefes de Estado, Mujica renunció a vivir en la residencia presidencial y continuó habitando su modesta chacra a las afueras de Montevideo, donde cultivaba flores con su esposa. Donaba gran parte de su salario como presidente y se desplazaba en un Volkswagen Fusca, símbolo de su rechazo al boato y a los privilegios. Esa coherencia entre palabra y acción, entre discurso y práctica, le ganó el respeto no solo en su país, sino también en el extranjero, donde era frecuentemente invitado a dar conferencias sobre política, ética y felicidad.
“El que le guste mucho la plata, que no entre en política”, solía decir. Para muchos, esa frase resume el legado de Mujica, quien hasta el final de sus días insistió en que la política debía estar al servicio del bien común, no de los intereses personales.
Legado político y despedida
Aunque se retiró del Senado en 2020, Mujica siguió siendo una figura de referencia para el Frente Amplio y para gran parte de la izquierda latinoamericana. Su última aparición pública fue hace tres meses, durante el acto de cierre de campaña de Yamandú Orsi, actual presidente uruguayo, cuyo triunfo representó una continuidad generacional del proyecto político que él ayudó a consolidar.
En enero de este año, el propio Mujica anunció que no seguiría tratamiento para el cáncer que le fue diagnosticado meses antes, afirmando con serenidad que ya había vivido lo suficiente y que su cuerpo “no resistiría más”. Pidió ser dejado en paz, fiel a su estilo, sin protagonismo ni heroicidades.
Según su voluntad, sus cenizas serán esparcidas en su chacra, el lugar que consideró siempre su verdadero hogar.
Una figura irrepetible
Con la muerte de Mujica, desaparece no solo un expresidente, sino también un símbolo de la integridad en la vida pública. Su figura trasciende ideologías: fue un político que cautivó a generaciones por su austeridad, su discurso honesto y su cercanía con la gente. En un continente donde la política suele estar asociada al poder y el privilegio, Mujica fue la excepción: un hombre que habló con sencillez, vivió con humildad y gobernó con principios.
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