Una nueva avería en el frágil sistema eléctrico cubano volvió a dejar sin servicio a miles de ciudadanos en plena madrugada. Según reportó la Empresa Eléctrica de Santiago de Cuba, a las 2:43 a.m. de este miércoles se disparó la línea de 110 kV que enlaza Melones con Generación 2, lo que provocó la salida repentina de varias plantas generadoras claves como Generación Móvil 2 y 3, Energás Varadero 4 y Máximo Gómez 6, y redujo además la generación en Energás Jaruco 6.
La falla técnica ocasionó una pérdida abrupta de 350 megawatts, suficiente para hacer caer la frecuencia del sistema eléctrico nacional a 58.20 Hz, un nivel crítico que forzó a las autoridades a ejecutar cortes masivos de electricidadpara evitar un apagón nacional. Solo en Santiago de Cuba se reportaron afectaciones por 18 MW, pero los efectos se sintieron en todo el país.
Lo preocupante no es solo el accidente en sí, sino la normalización de la inestabilidad eléctrica en la vida cotidiana del cubano. En redes sociales, los comentarios no se hicieron esperar: «Esto no es un sistema eléctrico, es una ruleta rusa», decía un usuario en Facebook. «Uno se acuesta sin saber si se va a poder cocinar al otro día», añadía otra habanera con frustración.
Desde hace años, los cubanos de a pie conviven con los apagones como parte rutinaria de su existencia, afectando desde la conservación de alimentos hasta la calidad del sueño, el estudio de los jóvenes y la atención médica de los más vulnerables. Sin embargo, las soluciones reales brillan por su ausencia. Mientras se anuncian “acciones para resarcir el incremento presupuestario” y se intenta estabilizar el servicio a cuentagotas, no hay una estrategia energética estructural visible que garantice confiabilidad y sostenibilidad a largo plazo.
La reacción oficial se ha limitado a señalar que los circuitos 22, 26, 1, 10+3, 15, 18 y parte del 9 ya tienen servicio, junto a algunos centros de interés como los CIs 5980, 5330 y 5335. Pero para los ciudadanos comunes eso no basta. “Esto es como tapar un hueco con otro”, expresó indignado un chofer afectado por las interrupciones en su jornada laboral. “Hoy fue Melones, mañana será otra cosa. El problema está podrido desde la raíz”.
Mientras tanto, la población continúa cargando con las consecuencias de una infraestructura energética obsoleta, sin inversiones visibles, sin mantenimiento preventivo efectivo y con una carga cada vez mayor de improvisación y parches. La luz vuelve… hasta el próximo disparo.
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