Según cifras oficiales recientemente publicadas, Cuba ha experimentado una notable pérdida de población debido a la emigración, con más de un millón de personas abandonando la isla entre 2021 y 2023. Este fenómeno ha encendido alarmas sobre la sostenibilidad demográfica y económica del país en un contexto de decrecimiento poblacional y envejecimiento acelerado.
El gobierno cubano, en una publicación en el portal digital Cubadebate, ofreció estadísticas que buscan explicar la dramática reducción de habitantes en el periodo 2020-2023. Según los datos oficiales, la isla ha visto cómo el número de fallecimientos supera al de nacimientos, una tendencia que pone en riesgo la viabilidad de diversos sectores económicos y sociales, especialmente debido al éxodo de la población laboralmente activa, comprendida entre los 20 y los 55 años.
Los resultados del cálculo de la población reflejan una situación crítica: el crecimiento natural, es decir, nacimientos menos defunciones, presenta un saldo negativo de 120,621 personas. En el mismo periodo, se registraron solo 6,263 inmigrantes mientras que el número de emigrantes ascendió a 1,011,269, resultando en un saldo migratorio neto de -1,005,006 personas. La población efectiva al 31 de diciembre de 2023 se estimó en 10,055,968 habitantes, una reducción significativa respecto a años anteriores.
El análisis por provincias muestra que La Habana es la más afectada, con una pérdida de 328,732 habitantes, seguida por Camagüey y Holguín con disminuciones de 73,173 y 63,293 personas, respectivamente. Todas las provincias del país han registrado una disminución en su población efectiva, reflejando una tendencia generalizada de migración y disminución poblacional.
El discurso gubernamental reciente parece reconocer la gravedad de la situación. Durante una sesión de la Asamblea Nacional, se pronunciaron palabras que sugieren un cambio de enfoque: «Es momento de pasar de la justificación a la acción, de cambiar todo lo que deba ser cambiado, de hacer lo mejor y lo que más le conviene a Cuba y a los cubanos». Sin embargo, estas declaraciones se producen en un momento en que muchos ciudadanos expresan su escepticismo y frustración ante la falta de medidas efectivas que reviertan estas tendencias preocupantes.
Analistas y críticos del gobierno apuntan a la falta de oportunidades económicas, restricciones en derechos civiles y políticos, y una administración que ha mostrado dificultades para adaptarse a las demandas de una población cada vez más informada y conectada con el mundo exterior, como causas fundamentales detrás de este éxodo sin precedentes.
Esta situación plantea un reto significativo para Cuba. Con una población envejecida y una tasa de natalidad insuficiente para sustentar el crecimiento demográfico, el país se enfrenta a la necesidad imperiosa de implementar reformas profundas que no solo aborden la crisis migratoria, sino que también fomenten un entorno más propicio para el desarrollo económico y la estabilidad social a largo plazo.