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Etecsa y el espejismo del “diálogo”: una vez más, el pueblo paga por la incompetencia

La más reciente intervención pública de la presidenta ejecutiva de Etecsa, Tania Velázquez, no hizo más que confirmar lo que millones de cubanos ya sospechaban: la empresa estatal no escucha al pueblo, no rectifica, y no asume responsabilidad alguna por sus decisiones impopulares. En vez de ofrecer soluciones reales, Etecsa se atrinchera detrás de justificaciones burocráticas, repitiendo que “valoran las opiniones” mientras insisten en medidas que afectan directamente a los más vulnerables.

La política tarifaria que ha despertado tanto rechazo no será modificada. Y con ello, se hace evidente que el supuesto diálogo con la ciudadanía es una farsa. Decir que se escucha al pueblo mientras se mantiene intacto un ajuste injusto no es otra cosa que cinismo disfrazado de gestión pública. Es una forma de burla institucional.

Mientras tanto, quienes idearon la medida, quienes la aprobaron, y quienes dirigen Etecsa desde sus oficinas climatizadas, no tendrán que preocuparse por recargas caras ni por balances insuficientes. No padecerán el deterioro constante de un servicio que cada día es más lento, inestable y costoso. La crisis de conectividad golpea a quienes dependen de ella para estudiar, trabajar o mantenerse comunicados con sus familias. El pueblo siempre paga el precio del desgobierno digital.

La retórica de “defender la soberanía tecnológica” ya no engaña a nadie. No hay avance que justifique medidas arbitrarias ni el desprecio constante por el criterio ciudadano. Esta no es la primera vez que se impone una política de forma vertical, sin consulta ni transparencia, y sin considerar las consecuencias sociales. Todo se implementa de manera caprichosa, como si la empresa fuera un feudo cerrado al escrutinio público.

La indignación ha escalado tanto que incluso voceros afines al oficialismo, como El Necio, han expresado su rechazoa la medida y cuestionado abiertamente la actitud de la presidenta de Etecsa y de la ministra Mayra Arevich. Si hasta quienes suelen defender el discurso institucional alzan la voz, ¿qué más necesita Etecsa para entender que su modelo de gestión está desgastado, fracasado y deslegitimado?

La desconexión entre quienes dirigen la empresa y la realidad de sus usuarios es total. Cada decisión tomada desde arriba se percibe como una provocación, una falta de respeto más a un pueblo que ya está harto de incompetencia, de excusas, de desinformación, y de medidas improvisadas. La comunicación no mejora: empeora cada día, mientras las tarifas suben y la calidad del servicio cae.

Etecsa ha dejado claro que no tiene voluntad de rectificar. Pero el pueblo sí ha dejado claro que ya no se traga el discurso vacío. Y ese divorcio entre quienes mandan y quienes padecen no tiene ancho de banda que lo salve.

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