En Cuba, la problemática del consumo y venta de drogas ha alcanzado niveles alarmantes, especialmente entre la juventud. Según fuentes oficiales, se ha registrado un cambio significativo en las sustancias consumidas, pasando del alcohol y la marihuana a drogas sintéticas conocidas como «químico», que se elaboran con ingredientes de bajo costo como pastillas para la epilepsia, formol y anestesia para animales. Este año, el 47% de los incidentes relacionados con drogas involucraron esta sustancia.
Los jóvenes entre 16 y 19 años están cada vez más involucrados no solo en el consumo sino también en la distribución de estas drogas, situación que se ha expandido a las escuelas secundarias y preuniversitarias del país. Este fenómeno coincide con un incremento de la pobreza, que afecta al 89% de la población, según datos del Observatorio Cubano de Derechos Humanos. Este entorno de privaciones y falta de oportunidades ha empujado a muchos jóvenes a implicarse en la venta de estupefacientes como medio de subsistencia.
Desde el Ministerio del Interior (MININT), se ha apuntado a los cubanos residentes en el exterior como principales facilitadores del tráfico de drogas hacia la isla, atribuyendo gran parte de la responsabilidad a Estados Unidos. Sin embargo, esta posición parece obviar las raíces profundas del problema dentro de la propia gestión interna del país y la grave crisis económica que azota a la nación.
La situación de desempleo y las insuficientes remuneraciones han llevado a que un 72% de la población enfrente una crisis alimentaria, con siete de cada diez cubanos omitiendo comidas por falta de recursos o escasez de alimentos. Aunque no hay estudios que vinculen directamente la pobreza con el aumento del consumo de drogas, la correlación entre la necesidad económica y la implicación en el narcotráfico es palpable.
El auge del «químico» es particularmente preocupante debido a sus efectos potentes y de corta duración, descritos por consumidores como un «golpe de energía» seguido de una resaca intensa. El MININT ha identificado 45 tipos diferentes de estas drogas sintéticas en la isla, de los 250 que existen a nivel mundial, lo que demuestra la variedad y accesibilidad de estas sustancias entre los jóvenes más desfavorecidos económicamente.
Esta crisis de drogas en Cuba no solo es un reflejo de las fallas en las políticas antidrogas y de salud pública, sino también un síntoma de la deteriorada situación socioeconómica del país. A pesar de las afirmaciones oficiales que responsabilizan externamente, es claro que las soluciones requerirán un enfoque integral que aborde las causas subyacentes de la pobreza, el desempleo y la desesperanza que enfrentan muchos jóvenes cubanos hoy en día.