Esta semana, un grupo de científicos rusos aterrizó en La Habana en un intento por colaborar con especialistas cubanos para abordar la alarmante expansión del virus del Oropouche en Cuba. La enfermedad tropical, que ha logrado penetrar todos los municipios de la isla en los últimos meses, destaca las deficiencias del sistema de salud cubano en prevenir y controlar epidemias.
Los expertos del Servicio Federal de Supervisión de la Protección y el Bienestar del Consumidor de Rusia (Rospotrebnadzor) se han unido a los investigadores locales con el propósito de implementar tecnologías avanzadas para diagnósticos más precisos. Sin embargo, esta medida subraya la dependencia de Cuba de la ayuda internacional para enfrentar crisis sanitarias que, en teoría, deberían estar dentro de la capacidad de manejo del país.
Durante su breve estancia, que culmino ayer jueves 8 de agosto, los científicos rusos intentarán compartir sus conocimientos sobre infecciones tropicales. No obstante, esta colaboración parece ser un parche temporal a un problema más profundo y sistemático: la falta de recursos y preparación para enfrentar tales brotes.
La viceministra de Salud Pública de Cuba, Carilda Peña García, recientemente confirmó la detección del virus del Oropouche en todas las provincias, y destacó también un incremento en los casos de dengue. La simultaneidad de estas enfermedades transmisibles por mosquitos complica aún más la situación sanitaria en la isla, revelando no solo la insuficiencia en la gestión de salud pública, sino también en la capacidad de respuesta rápida y efectiva del gobierno.
Este escenario se agrava con el reporte de infecciones entre viajeros que visitaron Cuba en julio, lo que ha puesto a la isla en el foco internacional y ha precipitado la colaboración ruso-cubana. Aunque esta cooperación es crucial, también es un testimonio de la urgencia con la que Cuba necesita reformar y fortalecer su sistema de salud para proteger a su población de futuros brotes de enfermedades potencialmente devastadoras.