En un emocionante giro de los eventos, el último camión de cine móvil de Cuba, una reliquia de los años 60, se ha negado a ser relegado a un museo y, en cambio, ha vuelto a las carreteras para revitalizar una de las propuestas culturales más audaces de la época. Este camión soviético, que todavía funciona en Camagüey, se prepara para llevar filmes del archivo histórico de la Cinemateca de Cuba a una localidad apartada el próximo 30 de junio, marcando el inicio de la temporada de verano del Centro Provincial de Cine (CPC).
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Liany Hernández, especialista de programación del CPC, anunció que aunque el camión ya no puede proyectar con sus equipos originales, se ha adaptado para utilizar tecnología digital. “Es una oportunidad para rescatar el espíritu de acercamiento a las imágenes fílmicas”, explicó Hernández. El itinerario incluirá comunidades rurales y ofrecerá funciones en el Parque Martí de la antigua villa de Santa María del Puerto del Príncipe durante julio y agosto.
Este esfuerzo forma parte de una celebración por el 65 aniversario del Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficos (Icaic), que inicialmente promovió el cine móvil para llevar el séptimo arte a los rincones más remotos de Cuba. Según documentos históricos, los camiones estaban equipados con proyectores de 16 mm y pantallas enrollables, proveyendo un servicio que llegó a escuelas, hospitales y granjas.
Alberto Sedeño, el veterano chofer y proyeccionista vinculado a este proyecto desde sus inicios, ha jugado un papel crucial en la preservación de este camión. Según Armando Pérez Padrón, investigador camagüeyano, Sedeño ha dedicado décadas a mantener el vehículo en funcionamiento, incluso viajando a La Habana para solicitar repuestos.
El cine móvil en Cuba no solo es una reliquia del pasado, sino un testimonio viviente de la capacidad del arte para conectar y transformar comunidades, un legado que ha dejado una huella indeleble en la cultura cubana.