El turismo en Cuba, uno de los pilares de su economía, continúa en caída libre. Según datos de la Oficina Nacional de Estadística e Información (ONEI), en el primer semestre de 2025 la tasa de ocupación hotelera se redujo a apenas 21,5 %, casi siete puntos menos que en el mismo período de 2024 y por debajo del 24 % registrado en el primer trimestre del año.
En total, entre enero y junio, llegaron a la isla 981.856 visitantes internacionales, lo que supone una caída del 25 % respecto al año pasado. El número de pernoctaciones también se redujo de 7,9 millones a 5,7 millones, con un descenso en el promedio de noches por viajero: de 6,1 pasó a 5,8. El ministro de Economía, Joaquín Alonso Vázquez, reconoció en junio que el balance era “muy deficiente”.
Factores internos y externos en la crisis
El sector turístico, vital para la entrada de divisas, ya venía golpeado desde la pandemia y no ha logrado recuperar los niveles de 2018, cuando Cuba recibió a más de 4,5 millones de visitantes. En 2024, la cifra cerró en 2,2 millones, menos de la mitad de los registros previos al coronavirus.
A las dificultades propias de infraestructura se suman los apagones generalizados, resultado de años de falta de inversión en el sistema eléctrico y agravados por la temporada de huracanes de 2024. Aunque muchos hoteles y casas particulares cuentan con plantas de respaldo, los cortes de electricidad e internet afectan directamente la calidad del servicio. Guías turísticos reconocen que en La Habana los problemas son menores que en provincias, pero aun así repercuten en la experiencia de los visitantes.
En mayo, el propio presidente Miguel Díaz-Canel admitió en su podcast que los prolongados apagones constituyen el mayor obstáculo para el desarrollo económico, afectando no solo la vida cotidiana de los cubanos, sino también sectores estratégicos como el turismo.
Restricciones internacionales y pérdida de mercados
Las autoridades culpan al embargo estadounidense, vigente desde 1962, como una de las causas fundamentales de la crisis. En junio de 2025, el presidente Donald Trump firmó un memorando para reforzar la prohibición legal de los viajes turísticos de ciudadanos estadounidenses a Cuba.
Según la Cancillería cubana, entre 2023 y 2024 1,3 millones de estadounidenses dejaron de viajar a la isla, lo que habría significado una pérdida estimada de 1.730 millones de dólares para la industria turística.
La inclusión de Cuba en la lista de países patrocinadores del terrorismo por parte de Washington también complica el panorama. Por ejemplo, el Ministerio de Exteriores de España advierte que los viajeros europeos que visiten la isla pierden el beneficio del programa ESTA para entrar a EE.UU., lo que desincentiva a muchos turistas del continente.
Perspectivas sombrías
La contracción del turismo no solo compromete la recuperación económica de Cuba, sino que también impacta en miles de trabajadores del sector y en pequeños negocios privados vinculados al hospedaje y la gastronomía.
Mientras tanto, en la comunidad cubana en el exilio crece la incertidumbre: muchos residentes en Estados Unidos han comenzado a replantearse sus viajes a la isla, presionados por la política migratoria más estricta de la administración Trump.
El panorama confirma que, salvo cambios significativos en la política interna y en el contexto internacional, el turismo cubano seguirá enfrentando una crisis prolongada, que limita una de las principales fuentes de ingresos en divisas para el país.
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