Desde hace más de noventa años, el petrolero San Pascual, más conocido localmente como «El Pontón», se encuentra encallado cerca de Cayo Francés en Cuba. Originalmente construido en 1920 en los astilleros de San Francisco, California, este buque de hormigón armado fue diseñado para el transporte de mieles, pero en 1933 encontró su destino final debido a un naufragio. A lo largo de las décadas, su funcionalidad ha evolucionado significativamente, adaptándose a las necesidades de su entorno y transformándose en un símbolo de resiliencia y adaptación.
Durante la Segunda Guerra Mundial, el ejército estadounidense repurposó el San Pascual como una estación naval y antiaérea, equipándolo con hidroaviones, ametralladoras antiaéreas y cañones para proteger la costa norte de Las Villas. Tras la guerra, su rol se diversificó aún más, sirviendo como almacén y luego como hotel flotante. Este último ofrecía 10 confortables habitaciones y un restaurante, brindando una experiencia única a los visitantes que buscaban algo diferente en un entorno marítimo.
Hoy en día, el San Pascual ya no opera como hotel, pero continúa siendo una atracción turística fascinante, atrayendo a amantes de la historia marítima y a quienes buscan descubrir partes únicas de la cultura cubana. El buque alberga recuerdos de figuras históricas como el escritor norteamericano Ernest Hemingway y el pintor cubano Leopoldo Romañach, cuya inspiración surgió mientras estaban a bordo.
Nota aclaratoria: Aunque inicialmente fue construido como un barco para transportar combustible, el San Pascual se adaptó para diversas funciones a lo largo de su historia, incluyendo el transporte de mieles y aceite, lo que muestra su capacidad para reinventarse frente a las adversidades.
Esta singular historia del San Pascual destaca no solo la innovación en la construcción naval del siglo XX, sino también la capacidad del buque para adaptarse y reinventarse, convirtiéndose en un testigo viviente de la historia y un activo cultural para la región.