En un informe alarmante emitido por los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), Estados Unidos ha establecido un nuevo y desolador récord en la crisis de sobredosis que azota al país. Durante el año 2022, se registró un número récord de 107,941 muertes por sobredosis, un incremento del 1% en comparación con las casi 107,000 fatalidades reportadas en el año anterior. Este incremento continúa la tendencia ascendente observada en las últimas dos décadas, donde cada año, las muertes por sobredosis de drogas han aumentado de manera consistente, señalando una crisis en escalada sin precedentes.
La magnitud del problema se hace más evidente al observar la evolución de la tasa de mortalidad por sobredosis en el país. Actualmente, se reportan 32,6 muertes por sobredosis al año por cada 100,000 estadounidenses, un número significativamente superior al registrado en 2002, cuando la tasa era de apenas 8,2 muertes por cada 100,000 habitantes. Esta comparativa demuestra que la crisis se ha cuadriplicado en poco más de dos décadas, reflejando un agravamiento alarmante del problema de las drogas en la sociedad estadounidense.
La pequeña diferencia en el número de muertes entre 2021 y 2022 —un 1% de incremento— podría sugerir a algunos expertos un posible punto de inflexión en la epidemia. Entre 2019 y 2020, la diferencia en la mortalidad por sobredosis fue del 31%, marcando uno de los saltos más significativos en años recientes. No obstante, hay incertidumbre entre los especialistas sobre si este aparente estancamiento indica que la crisis está alcanzando su pico máximo o si, por el contrario, se trata de la calma antes de una tempestad que podría desatar un aumento aún más acelerado en las muertes por sobredosis.
Este panorama sombrío destaca la necesidad urgente de abordar la crisis de sobredosis con estrategias efectivas de prevención, tratamiento y educación. La lucha contra la epidemia de drogas en Estados Unidos enfrenta desafíos complejos, incluyendo la necesidad de combatir el estigma asociado a la adicción y garantizar el acceso a tratamientos que puedan salvar vidas. La situación actual exige una respuesta coordinada y multifacética que involucre tanto a las autoridades de salud pública como a la sociedad en su conjunto, para frenar esta tendencia ascendente y revertir las devastadoras consecuencias de la sobredosis en la nación.