El presidente cubano Miguel Díaz-Canel visitó este 24 de diciembre la comunidad de Soplillar, en la Ciénaga de Zapata, Matanzas, para recordar la cena de Nochebuena de 1959 organizada por Fidel Castro con campesinos y carboneros de la zona, en lo que fue la primera celebración navideña tras el triunfo de la Revolución.
Acompañado por un grupo de dirigentes, Díaz-Canel rememoró aquel evento histórico en el mismo lugar, aunque esta vez la actividad careció del simbolismo original: no hubo cena ni abundancia, solo una mesa vacía que sirvió de escenario para charlas, anécdotas y reflexiones sobre la continuidad del proceso revolucionario.
Mientras la comitiva oficial destacaba la relevancia histórica de aquel encuentro de 1959, el contraste con la realidad actual era evidente. La mayoría de los cubanos, incluidos los habitantes de la misma Ciénaga de Zapata, enfrentaron esta Nochebuena en condiciones de precariedad, sin electricidad, alimentos o recursos para celebrar.
Tras la visita a Soplillar, Díaz-Canel y su grupo se trasladaron a La Habana para participar en celebraciones más privadas, que incluyeron vinos, turrones y platos típicos, lejos de la austeridad que marcó la jornada para gran parte de la población.
Esta visita, en un contexto de severas carencias económicas, ha generado críticas entre los ciudadanos, quienes denuncian una desconexión entre el discurso oficial y la realidad que enfrentan día a día. En redes sociales, muchos expresaron su indignación por la aparente insensibilidad ante la creciente crisis que afecta a las familias cubanas, especialmente en una fecha que debería ser motivo de unión y esperanza.
El acto en Soplillar, cargado de simbolismo histórico, dejó más preguntas que respuestas sobre el rumbo del país y el significado de «continuar la obra de la Revolución» en un momento en que la población lucha por satisfacer sus necesidades más básicas.