Ayer, 27 de diciembre, un vuelo procedente de Islas Caimán devolvió a nueve migrantes cubanos que habían intentado ingresar de manera irregular a ese territorio. Según las autoridades, todos los retornados son hombres y la mayoría de ellos proceden de la provincia de Ciego de Ávila.
Con este retorno, el número de operaciones de repatriación en 2024 asciende a 92, acumulando un total de 1,363 personas devueltas desde diversos países de la región. Estas cifras revelan la magnitud de un fenómeno que no solo expone a los migrantes a graves peligros, sino que también refleja las difíciles condiciones de vida que impulsan a tantos cubanos a emprender rutas ilegales y peligrosas en busca de una vida mejor.
La emigración ilegal sigue siendo un tema alarmante. Miles de cubanos arriesgan sus vidas enfrentándose a redes de tráfico humano, travesías marítimas peligrosas y condiciones inhumanas en terceros países. Estas decisiones desesperadas surgen en un contexto en el que muchas familias no ven otra alternativa para escapar de las dificultades económicas y la falta de oportunidades en la isla.
Mientras las autoridades instan a la migración legal, segura y ordenada, el creciente número de retornos evidencia que los desafíos estructurales que enfrenta el país siguen siendo un motor de la emigración. La búsqueda de una solución a este fenómeno requiere no solo el fortalecimiento de los acuerdos internacionales contra la migración irregular, sino también la creación de un entorno en Cuba donde las personas no se vean obligadas a abandonar su hogar para buscar un futuro digno.
La repatriación de ayer es un recordatorio de que las políticas migratorias, por sí solas, no resolverán el problema de fondo: la necesidad de garantizar a los cubanos un entorno que les permita prosperar sin tener que emigrar.