Reynaldo Echemendía, hasta hace poco director del Ballet Folklórico de Camagüey y figura prominente del ámbito cultural de la provincia, ha sido oficialmente separado de su cargo luego de una serie de graves denuncias por presunto abuso sexual contra menores y jóvenes artistas. La medida llega tras años de señalamientos que, según familiares de las víctimas, fueron ignorados o minimizados por las autoridades competentes.
La información fue dada a conocer por Elsita, madre de una de las jóvenes afectadas, a través de una publicación en su perfil de Facebook. En su testimonio, la mujer explicó que Echemendía ya fue notificado de la cancelación de su contrato laboral y que se le ha prohibido todo contacto con menores, mujeres y estudiantes. La denuncia fue recogida por el medio independiente CubitaNOW, que ha jugado un papel clave en visibilizar el caso.
Según la denunciante, más de seis personas han declarado en contra del exdirector, y muchas otras han enfrentado presiones para no hablar. Entre los métodos mencionados se incluyen desde supuestos ofrecimientos económicos hasta amenazas indirectas, como llamadas anónimas o mensajes dejados en las casas de las víctimas y sus familiares.
Echemendía también fue separado de su rol como director del proyecto cultural San Juan, otro espacio donde, según testimonios, se habrían producido situaciones de acoso o abuso.
La madre denunciante fue directa al referirse a la supuesta complicidad institucional: “No les quedó otro remedio, PCC y Gobierno”, escribió, señalando que solo la presión pública y la exposición mediática forzaron la destitución. También criticó duramente a quienes, desde dentro del colectivo artístico, optaron por guardar silencio: “A los bailarines y músicos que han permitido esto por años, su momento también llegará por cómplices”.
El caso sigue abierto. Echemendía, actualmente bajo fianza, enfrenta cargos considerados serios. Elsita ha instado a otras víctimas que puedan haber sido silenciadas o que aún temen hablar a que se unan al proceso legal, y ha dejado claro que no descansarán hasta que se haga justicia.
Este episodio, lejos de ser aislado, vuelve a poner en el centro del debate las fallas estructurales en la protección a menores y jóvenes dentro de instituciones culturales cubanas, así como los mecanismos de silencio que, durante años, han cubierto este tipo de conductas bajo un manto de prestigio artístico y autoridad institucional.
La familia afectada ha manifestado su disposición a acudir a todas las instancias nacionales e internacionales necesarias, si así lo requiere la búsqueda de justicia.
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