Las autoridades cubanas anunciaron la destitución de Rubén Remigio Ferro, quien se desempeñaba como presidente del Tribunal Supremo Popular, así como del ministro de Justicia, Samuel Silvera Martínez, en una decisión que marca un relevo significativo dentro de la estructura institucional del país y que ha generado múltiples interpretaciones en círculos jurídicos y políticos.
Ambos funcionarios ocuparon durante años cargos clave en el sistema judicial, con una influencia directa en la aplicación e interpretación de las leyes. Su salida se produce en un contexto de tensiones internas, críticas sostenidas al funcionamiento de la justicia y creciente malestar social, lo que ha llevado a observadores a hablar de reacomodos internos y de intentos por proyectar cambios desde la cúpula del Estado.
Durante el período en que Rubén Remigio Ferro estuvo al frente del Tribunal Supremo Popular y Samuel Silvera Martínez dirigió el Ministerio de Justicia, organizaciones de derechos humanos, juristas independientes y sectores de la sociedad civil denunciaron reiteradamente deficiencias en el debido proceso, así como el uso del sistema judicial para sancionar protestas, limitar la disidencia y castigar expresiones de inconformidad social.
Entre las críticas más frecuentes se encuentran:
- Procesos judiciales cuestionados por falta de garantías
- Condenas consideradas desproporcionadas
- Restricciones al derecho a la defensa
- Sanciones penales contra manifestantes, activistas y periodistas independientes, especialmente tras las protestas del 11 de julio de 2021
Estos señalamientos han sido documentados por organismos internacionales, aunque las autoridades siempre han defendido la legalidad de sus actuaciones.
Señalamientos sobre privilegios y desigualdad
Tras conocerse la destitución, también han resurgido en redes sociales y medios independientes cuestionamientos sobre los privilegios de familiares de altos funcionarios, en contraste con las condiciones de vida de la mayoría de la población.
En el caso de Rubén Remigio Ferro, se han difundido informaciones y testimonios que apuntan a que su hijo —conocido en círculos sociales como Regmi Iluxion— habría llevado una vida de alto nivel económico, con acceso a viajes, negocios y celebraciones privadas, incluso en momentos de grave crisis económica nacional, caracterizada por apagones, escasez de alimentos y falta de medicamentos.
Aunque estos señalamientos no han sido confirmados oficialmente, han reavivado el debate público sobre la brecha entre la élite gobernante y el ciudadano común, así como sobre la falta de transparencia patrimonial de altos cargos y sus familiares.
Un relevo que abre interrogantes
La destitución simultánea del máximo responsable del Tribunal Supremo Popular y del ministro de Justicia plantea interrogantes sobre el rumbo futuro del sistema judicial cubano y sobre si estos cambios se traducirán en reformas reales, mayor transparencia o mejoras en las garantías legales.
Por ahora, no se han ofrecido explicaciones detalladas sobre los motivos de las destituciones ni sobre el destino profesional de ambos exfuncionarios. Mientras tanto, amplios sectores de la sociedad observan estos movimientos con escepticismo, a la espera de señales concretas que indiquen si se trata de un simple relevo administrativo o de un intento más profundo de reordenamiento institucional.
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