El turismo procedente de España hacia Cuba ha experimentado un desplome sin precedentes. Según cifras oficiales, solo 65.054 turistas españoles visitaron la isla en 2024, lo que representa una caída del 27,1 % en comparación con el año anterior. Esta tendencia a la baja se ha consolidado durante el primer semestre de 2025, período en el que las llegadas internacionales totales disminuyeron un 25 %, alcanzando apenas 981.856 visitantes, el registro más bajo desde 2022.
Las causas del declive son múltiples y apuntan a problemas estructurales. Los turistas españoles y europeos en general han mostrado un creciente desinterés por la isla, citando problemas como apagones frecuentes, desabastecimiento de productos básicos y deterioro general de los servicios, incluso en hoteles pertenecientes a cadenas extranjeras. A esto se suma una infraestructura hotelera que no ha sido modernizada, desayunos escasos, deficiencias en la atención al cliente y una experiencia que dista de los estándares internacionales exigidos por el turismo contemporáneo.
Además, el Caribe ha incrementado su competitividad con destinos como República Dominicana, Jamaica o Puerto Rico, que ofrecen una conectividad aérea eficiente, complejos turísticos modernos, buena relación calidad-precio y campañas agresivas por parte de turoperadores europeos. Punta Cana, en particular, ha captado una parte significativa del turismo que anteriormente elegía Cuba, consolidándose como una alternativa más atractiva por su calidad de servicio y su infraestructura hotelera superior.
Este descenso del turismo español se produce en un contexto de recesión sostenida del sector turístico cubano, que ya muestra una ocupación hotelera muy por debajo de los niveles necesarios para sostener la rentabilidad del sistema. Aunque el gobierno ha intentado compensar la caída promoviendo nuevos mercados emisores como China, cuyas llegadas crecieron un 50 %, y reforzando la presencia canadiense, el peso del turismo europeo continúa disminuyendo de forma alarmante.
El modelo turístico cubano, centrado en infraestructuras estatales controladas por conglomerados como GAESA, ha recibido críticas tanto nacionales como internacionales por destinar recursos millonarios a hoteles de lujo mientras persisten severas carencias en los servicios esenciales para la población. Esta desconexión entre la inversión turística y la vida cotidiana de los cubanos ha contribuido a generar una percepción negativa que repercute también en la imagen del país como destino turístico.
El desinterés del turismo español hacia Cuba no parece ser coyuntural, sino más bien una tendencia sostenida que refleja problemas profundos de gestión, competitividad y percepción internacional. Si no se introducen reformas estructurales, la isla podría quedar marginada en el mapa del turismo europeo en los próximos años.
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