Un nuevo episodio de abuso policial en zonas turísticas de Cuba ha generado indignación en redes sociales y reabre el debate sobre la falta de preparación y profesionalismo de las fuerzas del orden en la isla, especialmente en lugares donde el país intenta atraer divisas mediante el turismo. Esta vez, el escenario fue Cayo Coco, uno de los destinos de playa más promocionados por el Gobierno cubano.
En un video publicado por la página “Cubanos en el Mundo TV”, se observa cómo un oficial de la patrulla 276 detiene a un ciudadano cubanoamericano que intentaba pescar durante su trayecto hacia los cayos y que, posteriormente, fue amenazado y multado por grabar a la policía con su teléfono móvil. El turista, visiblemente confundido, pregunta por qué no puede grabar, a lo que el agente responde con una advertencia tajante: “Usted va preso”.
En las imágenes, el oficial insiste de forma agresiva en que el hombre debe borrar el video o será arrestado, mientras otro agente exige que le entregue el teléfono. “No se me haga el gracioso… apáguelo”, se le escucha decir al policía, mientras conduce al ciudadano hacia el vehículo patrullero, todo esto ante la mirada atónita de otros turistas que se encontraban en el lugar.
Aunque pescar sin licencia puede ser considerado ilegal en algunas zonas protegidas, el propio afectado aclara que no existía señalización alguna que indicara la prohibición, y que además ni siquiera llegó a lanzar su equipo de pesca, siendo interceptado inmediatamente por los agentes. El motivo real de la detención, según afirma, fue el simple hecho de grabar la actuación de la policía, lo cual no está prohibido por ninguna ley cubana vigente.
Este tipo de incidentes pone en entredicho no solo la legalidad de los procedimientos policiales, sino también la imagen internacional de Cuba como destino turístico confiable y acogedor. Episodios como este, compartidos ampliamente en redes sociales y entre comunidades de emigrados cubanos, alimentan la percepción de que los turistas, especialmente los cubanoamericanos, son tratados con desdén, sospecha o incluso hostilidad por parte de las autoridades.
El comportamiento de los agentes —déspota, amenazante y con un lenguaje impropio de servidores públicos— evidencia la urgente necesidad de una formación integral y profesional para el cuerpo policial cubano, particularmente en zonas turísticas. No se trata solo de proteger recursos naturales o mantener el orden, sino de hacerlo respetando derechos básicos y evitando escalar conflictos por mal manejo o abuso de poder.
Mientras el Ministerio del Turismo promueve campañas para atraer visitantes y salvar una de las pocas fuentes de ingreso vitales para el país, la realidad sobre el terreno muestra un panorama alarmante. Cada vez más turistas optan por destinos alternativos en el Caribe y Centroamérica, donde no solo encuentran playas paradisíacas, sino también seguridad jurídica y trato respetuoso por parte de las autoridades.
Como bien diría el refrán popular que ahora resuena con fuerza en las redes tras este incidente:
“De nuevo con las cosas del Orinoco, que tú no entiendes ni yo tampoco.”
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