Una nueva encuesta realizada por el Cuban Research Institute de la Florida International University (FIU) revela un profundo sentimiento de traición en la comunidad cubanoamericana hacia sus actuales representantes en el Congreso. Solo uno de cada cuatro votantes registrados en esta comunidad dice estar dispuesto a votar por los actuales congresistas hispanos y cubanoamericanos en las elecciones legislativas de 2026.
El malestar está relacionado, principalmente, con la percepción de inacción en torno a la política hacia Cuba, especialmente ante la crisis económica y humanitaria que afecta a la isla. Un 68% de los encuestados considera que sus congresistas no han presionado lo suficiente por sanciones más firmes ni han respondido adecuadamente a los desafíos de la nueva ola migratoria cubana.
La encuesta —realizada en abril a 1.200 votantes registrados en el condado de Miami-Dade— también muestra una caída del respaldo a los representantes cubanoamericanos republicanos, que hasta hace pocos años gozaban de un apoyo masivo. En contraste con el 58% de apoyo al Partido Republicano en 2020, el actual 25% refleja un descontento generalizado. Muchos votantes critican que los congresistas se enfoquen en temas nacionales o de otras comunidades latinas, descuidando las prioridades históricas del exilio cubano.
Asimismo, aunque el 55% respalda el embargo estadounidense contra Cuba, la mayoría también apoya medidas que ayuden directamente al pueblo cubano: el 61% aprueba la venta de alimentos y el 69% la de medicinas, lo que muestra una preferencia por políticas más matizadas. Sin embargo, el electorado siente que sus representantes no han sabido articular ese equilibrio entre presión al gobierno cubano y solidaridad con la población.
Frente a las críticas, figuras como María Elvira Salazar y Carlos Giménez han reiterado su compromiso con una política dura hacia Cuba, pero muchos consideran que las declaraciones no bastan y exigen resultados tangibles. Por su parte, congresistas hispanos demócratas, como Robert Menendez Jr., también enfrentan escepticismo debido a su partido, percibido como más complaciente con La Habana.
De cara a las elecciones de 2026, analistas advierten que este quiebre de confianza podría redefinir el panorama político en distritos claves del sur de Florida. Para recuperar el respaldo perdido, los candidatos deberán reconectar con un electorado que se define no solo por su identidad hispana, sino también por su historia de exilio y su rechazo al comunismo. La comunidad ha dejado claro que ya no votará en automático: exige representación firme, coherente y eficaz.
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