En un reciente comunicado emitido por el Ministerio de Relaciones Exteriores de la República de Cuba, el gobierno cubano ha anunciado su decisión de intervenir en el procedimiento contencioso iniciado por Sudáfrica contra Israel ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ). Esta decisión, que según Cuba responde a su compromiso de apoyar los esfuerzos internacionales para poner fin al supuesto genocidio contra el pueblo palestino, ha suscitado críticas tanto a nivel nacional como internacional.
La intervención de Cuba se basa en el Artículo 63 del Estatuto de la Corte y sus obligaciones como Estado Parte de la Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio. Según reporta Europa Press, Cuba pretende presentar su interpretación de las normas de la Convención que, a su juicio, Israel ha violado en la Franja de Gaza. Sin embargo, esta decisión ha sido recibida con escepticismo y oposición por quienes consideran que Cuba debería centrarse en resolver sus propios problemas internos antes de inmiscuirse en asuntos de otros países.
Críticos señalan la aparente contradicción de la postura del gobierno cubano, que frecuentemente exige la no intervención en sus asuntos internos por parte de otras naciones, mientras decide involucrarse en una disputa legal internacional que no tiene un impacto directo en el territorio cubano. Esta doble moral ha sido objeto de debate, destacándose que el país atraviesa una de las peores crisis económicas y sociales en décadas, con una inflación descontrolada, escasez de alimentos y medicinas, y un creciente descontento social.
Mientras Cuba se enfoca en presentar su caso ante la CIJ, muchos ciudadanos cuestionan la prioridad del gobierno en asuntos internacionales cuando los problemas domésticos se agravan día a día. Las calles de La Habana y otras ciudades están marcadas por protestas y manifestaciones, reflejo de una población cada vez más frustrada por la falta de soluciones a sus problemas cotidianos. La crisis energética, las largas filas para obtener productos básicos y el deterioro de los servicios públicos son solo algunas de las urgencias que, según los críticos, deberían ocupar la atención principal del gobierno cubano.
Asimismo, la decisión de sumarse a la demanda contra Israel puede ser vista como un intento del gobierno de desviar la atención de la situación interna y reafirmar su tradicional postura de alineación con causas internacionales, a pesar de las críticas por su falta de acción efectiva para mejorar las condiciones de vida de los cubanos. La comunidad internacional observa con atención cómo Cuba maneja estas contradicciones, poniendo en entredicho su capacidad de influir moralmente en la arena global mientras enfrenta un panorama interno caótico y desalentador.