Cuba celebró un nuevo récord en la llegada de turistas rusos en 2024, alcanzando los 185.800 visitantes, un incremento del 1 % respecto al año anterior y un 5 % más que en 2019, antes de la pandemia. Sin embargo, este crecimiento contrasta con las dificultades que enfrenta el sector turístico cubano en otros mercados, donde varias naciones han emitido alertas a sus ciudadanos desaconsejando viajar a la isla.
Gobiernos de países como Canadá, España y Alemania han advertido a sus viajeros sobre problemas recurrentes en la oferta turística cubana. Las críticas se centran en la calidad insuficiente de los servicios, los precios elevados y desproporcionados, una aguda crisis energética que afecta directamente la experiencia de los visitantes y la escasez generalizada de productos básicos. Estas condiciones han desalentado a turistas habituales y han puesto en entredicho la capacidad de Cuba para competir en un mercado global cada vez más exigente.
A pesar del éxito en el mercado ruso, respaldado por vuelos directos entre Moscú y destinos como La Habana, Varadero y Cayo Coco, la realidad del turismo en Cuba enfrenta desafíos estructurales. Según el ministro de Turismo, Juan Carlos García Granda, el país busca aumentar el flujo de visitantes rusos hasta 500.000 anuales en los próximos años. Sin embargo, la dependencia de este mercado no resuelve los problemas subyacentes que afectan la percepción de otros viajeros internacionales.
Las alertas internacionales han señalado la falta de diversidad en la oferta gastronómica y recreativa, además de la dificultad para acceder a productos básicos incluso en instalaciones turísticas. A ello se suma la crisis energética que ha afectado la operatividad de hoteles, el transporte interno y otros servicios clave para el turismo.
El turismo, uno de los pilares fundamentales de la economía cubana, se encuentra en una encrucijada. Mientras la llegada de visitantes rusos representa un alivio, la pérdida de mercados tradicionales como Canadá y Europa amenaza la estabilidad a largo plazo del sector. Expertos sugieren que, además de consolidar mercados emergentes, el país debe enfocarse en mejorar su infraestructura turística, garantizar un suministro confiable de bienes y servicios, y ofrecer precios competitivos que se ajusten a la calidad percibida por los viajeros.
El futuro del turismo cubano dependerá en gran medida de la capacidad del gobierno para responder a estas críticas y adaptar sus políticas para recuperar la confianza de los mercados internacionales. Sin estas reformas, la isla corre el riesgo de seguir dependiendo de un número limitado de países emisores, dejando a un lado su potencial para atraer una clientela más diversa y sostenible.