El mundo del arte y la cultura en Cuba está de luto por el fallecimiento de Paloma Dietrich, conocida afectuosamente como «La Gran Señora» del transformismo cubano. Dietrich, una figura emblemática y pionera en la escena del transformismo en la isla, murió hoy en La Habana, dejando un legado de audacia, creatividad y compromiso con el arte de la transformación.
Paloma Dietrich era más que una artista; era una innovadora que desafiaba las normas y celebraba la diversidad a través de sus actuaciones, que eran verdaderas obras de arte. Con su talento único, lograba capturar la atención y admiración de todos los presentes, dejándolos muchas veces «con la boca abierta», como relatan aquellos que tuvieron el privilegio de verla en escena.
Tuve el honor de entrevistar a Paloma en el año 2016, un encuentro que reveló no solo su extraordinario talento en el escenario, sino también su profundidad y calidez como persona. Durante nuestra conversación, ella compartió su visión sobre el arte del transformismo y su deseo de que fuera reconocido y respetado como cualquier otra forma de expresión artística.
Hoy, mientras lloro su partida, también celebro su vida y su obra. Paloma no solo se ganó el título de «La Gran Señora» por su imponente presencia en el escenario, sino también por su capacidad de inspirar y liderar dentro de la comunidad de artistas transformistas en Cuba.
La comunidad artística y todos aquellos que tuvieron la suerte de conocerla y admirar su arte, la recordarán no solo por su espectacularidad en el escenario, sino por su espíritu indomable y su corazón generoso. Paloma Dietrich deja un vacío irremplazable en el corazón de la cultura cubana, pero su legado perdurará, inspirando a futuras generaciones a vivir y expresarse con autenticidad y valentía.
Descanse en paz, Paloma Dietrich, «La Gran Señora» del transformismo cubano. Su arte y su alma perdurarán en aquellos que la amaron y admiraron.