El Gobierno cubano, a través de su Ministro de Relaciones Exteriores, Bruno Rodríguez Parrilla, ha mostrado señales de nerviosismo tras las recientes declaraciones del Comando Sur de Estados Unidos, que han intensificado las preocupaciones sobre una posible intervención militar en Venezuela. En un mensaje publicado en X (anteriormente Twitter), Rodríguez Parrilla arremetió contra el Comando Sur, acusándolo de intentar interferir en los asuntos internos de Venezuela y de fomentar la desestabilización en la región.
Cuba, uno de los aliados más cercanos del régimen de Nicolás Maduro, parece estar cada vez más inquieta ante la posibilidad de que las crecientes tensiones lleven a una intervención militar por parte de Estados Unidos, especialmente si las medidas diplomáticas promovidas por la Organización de Estados Americanos (OEA) no logran restaurar la democracia en Venezuela. La isla ha mantenido un apoyo inquebrantable a Maduro, lo que ha colocado a La Habana en una posición de vulnerabilidad frente a una posible escalada de la crisis.
Las palabras de Rodríguez Parrilla, en las que acusa al Comando Sur de actuar como «punta de lanza de la Doctrina Monroe», reflejan la ansiedad de un gobierno que teme una acción directa de Estados Unidos. La historia reciente sugiere que, si las iniciativas diplomáticas no logran resultados, Washington podría considerar una intervención militar para poner fin a la crisis humanitaria y política en Venezuela, un escenario que La Habana quiere evitar a toda costa.
Cuba, consciente de las posibles repercusiones de un conflicto armado en la región, está claramente nerviosa ante la posibilidad de que Estados Unidos tome medidas más drásticas. La intervención militar, si llegara a ocurrir, no solo tendría un impacto devastador en Venezuela, sino que también podría desestabilizar aún más a sus aliados, incluido el gobierno cubano, que depende en gran medida de su relación con Caracas.
La comunidad internacional sigue de cerca los desarrollos en Venezuela y las respuestas de sus aliados, especialmente Cuba, que podría enfrentarse a graves consecuencias si el conflicto en la región se intensifica. La postura de La Habana, que continúa defendiendo a Maduro pese a la creciente presión internacional, muestra un claro temor a un desenlace militar que podría cambiar drásticamente el panorama político en América Latina y poner en jaque a los regímenes que han sostenido relaciones cercanas con Caracas.
Mientras tanto, la situación en Venezuela sigue siendo tensa, y la posibilidad de una intervención militar por parte de Estados Unidos es cada vez más discutida en los círculos internacionales, un escenario que Cuba parece estar tratando de evitar mediante su retórica en defensa de la soberanía venezolana. Sin embargo, el tiempo dirá si estos esfuerzos serán suficientes para impedir lo que muchos ya ven como una intervención inminente si la crisis no encuentra una solución pacífica en el corto plazo.