Cuba honra a San Lázaro en una de las jornadas de mayor fe y devoción popular

Este 17 de diciembre, miles de cubanos dentro y fuera de la Isla conmemoran el Día de San Lázaro, una de las celebraciones religiosas y espirituales más arraigadas en la cultura cubana, donde confluyen la tradición católica y las creencias de origen africano.

Para muchos creyentes, San Lázaro —identificado en la santería como Babalú-Ayé— representa el orisha de la salud, la sanación y la protección, invocado especialmente en momentos de enfermedad, dificultad o desesperanza. Es una figura asociada a la resiliencia, al sufrimiento humano y a la capacidad de levantarse incluso en las circunstancias más adversas.

A lo largo de esta jornada, es habitual que devotos realicen promesas, oraciones y actos de fe, tanto en espacios públicos como en la intimidad de sus hogares. Aunque en años anteriores las peregrinaciones masivas al Santuario de El Rincón, en La Habana, marcaban la fecha, hoy la devoción se expresa también de formas más discretas, adaptadas a la realidad social y económica del país.

En la cosmovisión afrocubana, Babalú-Ayé es el que camina despacio, pero nunca se detiene, el que acompaña sin abandonar y escucha al que confía. Su figura simboliza no solo la curación física, sino también la fortaleza espiritual, la protección del camino y la esperanza frente a la adversidad.

En un contexto complejo, marcado por carencias materiales, problemas de salud y tensiones cotidianas, el Día de San Lázaro adquiere un significado especial para muchos cubanos, que acuden a la fe como refugio, consuelo y sostén emocional.

La jornada se vive con respeto, gratitud y recogimiento, con la esperanza de que no falte la salud, que llegue la fuerza necesaria para resistir y que los caminos se abran con fe para las familias cubanas.

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