Personas cruzando calle con semáforo y trabajador en escalera

Cuba entra al verano con medio país a oscuras y sin soluciones a la vista

El sistema eléctrico cubano enfrenta este sábado una de sus jornadas más críticas del año, con previsiones que indican apagones en al menos la mitad del territorio nacional durante las horas de mayor demanda. El país arrastra una crisis energética que, lejos de aliviarse, se agrava con cada día que pasa, mientras el calor del verano y la precariedad cotidiana aumentan la presión sobre millones de ciudadanos.

Las cifras hablan por sí solas: con una capacidad de generación muy por debajo de la demanda, se espera que el déficit supere los 1700 megavatios, lo que obligará a interrumpir el servicio eléctrico a gran escala. Las autoridades han admitido que no hay condiciones para cubrir la demanda nacional, y las afectaciones, en lugar de disminuir, se están normalizando.

Zonas como Pinar del Río enfrentan cortes prolongados de más de 30 horas seguidas, sin horarios predecibles ni soluciones concretas. La situación ha dejado de ser una emergencia para convertirse en la nueva normalidad, con poblaciones que ya no esperan la corriente, sino que improvisan su día a día entre apagones.

El país sin energía y sin rumbo claro

A pesar de la incorporación de nuevos parques solares, la generación renovable no logra amortiguar el colapso del sistema térmico, que depende de centrales obsoletas y sin mantenimiento, muchas de ellas operando por debajo del 40 % de su capacidad. Además, decenas de plantas de generación distribuida están fuera de servicio por falta de combustible o lubricantes, reflejo del déficit generalizado de recursos.

El Gobierno ha reconocido que no podrá resolver la situación en el corto plazo. El objetivo, según funcionarios, es que los apagones “sean manejables”, una afirmación que genera más frustración que esperanza en una población agotada.

Impacto social profundo

Los apagones no son solo una molestia: interrumpen la producción, el estudio, la atención médica, la conservación de alimentos y el descanso básico. En el entorno rural, muchas familias se ven obligadas a cocinar en la madrugada si logran tener energía por unas horas, y en los hospitales el suministro eléctrico inestable pone en riesgo servicios críticos.

Las autoridades afirman que el país necesita transformaciones profundas en su matriz energética, pero no hay señales de una estrategia integral, financiamiento externo ni planificación realista para afrontar la magnitud del colapso. Mientras tanto, la población vive bajo un esquema de racionamiento forzado, sin claridad, sin horarios estables y sin garantías mínimas.

El futuro: incierto y cuesta arriba

Especialistas en energía advierten que la recuperación requerirá inversiones millonarias, acceso a tecnología moderna y una gestión energética más transparente. Nada de eso parece viable en el corto plazo, y mientras tanto, el deterioro de las condiciones de vida sigue su curso.

Cuba llega al verano con el país dividido entre los que tienen luz unas horas al día… y los que simplemente ya no la esperan. La electricidad, como muchos otros derechos básicos, se ha convertido en un privilegio intermitente, y la única constante es el silencio absoluto cuando cae la noche.

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