Cuba atraviesa una crisis significativa en la distribución de la canasta básica, especialmente en la región oriental del país, con el municipio de Sibanicú, en Camagüey, siendo uno de los más afectados. La situación ha sido atribuida a un mal manejo de la infraestructura de transporte, lo que ha impedido el suministro regular de productos esenciales como azúcar, café y aceite, indispensables para la subsistencia de miles de familias cubanas.
La Ministra de Comercio de Cuba, en declaraciones recientes, reconoció la gravedad del problema, afirmando que «estamos haciendo un gran esfuerzo para poder importar el azúcar, el café y el aceite de la canasta básica para garantizar esos productos en la Libreta de Abastecimiento». Sin embargo, estas declaraciones han generado críticas entre la población, que ve cómo las promesas de las autoridades no se traducen en una mejora tangible en su día a día.
La canasta básica, que debería ser un derecho garantizado para todos los ciudadanos, es particularmente vital para aquellos que viven por debajo de la línea de pobreza, según los estándares de la ONU. En Cuba, un país donde muchas personas dependen exclusivamente de la libreta de abastecimiento debido a la falta de ingresos suficientes y la inexistencia de familiares en el extranjero que puedan enviar remesas, la escasez de estos productos es una amenaza directa a su supervivencia.
El desabastecimiento crónico y la ineficacia en la gestión del transporte no solo agravan la precariedad económica de los sectores más vulnerables, sino que también incrementan la tensión social en un país que ya enfrenta múltiples desafíos. Mientras tanto, la población sigue esperando soluciones concretas que aseguren el acceso a los bienes básicos necesarios para su subsistencia.