Cuba se alista para conmemorar hoy el Día Internacional de los Trabajadores con un desfile en la Plaza de la Revolución José Martí, en La Habana, en un contexto marcado por severas dificultades económicas, escasez de combustible y prolongados cortes de electricidad. Mientras el gobierno busca proyectar una imagen de unidad y resistencia, la población enfrenta una de las crisis más profundas de las últimas décadas, con apagones diarios, inflación descontrolada y acceso limitado a alimentos y servicios básicos.
La Central de Trabajadores de Cuba (CTC) ha convocado a miles de personas a participar en el acto central en la capital, bajo el lema “Por Cuba Juntos Creamos”. Se espera que más de 50,000 estudiantes, trabajadores y miembros de organizaciones sociales asistan, encabezados por profesionales de la salud y científicos, según anuncios oficiales. Sin embargo, la organización del evento ha generado críticas debido al uso de recursos escasos, como combustible, para movilizar a los asistentes, en un momento en que el transporte público está prácticamente paralizado y las colas en las gasolineras se extienden por días.
Ayer, 30 de abril, destinos turísticos como Cayo Coco y otras localidades del país adelantaron las celebraciones con desfiles y actos en espacios locales, adaptándose a las limitaciones logísticas. En estos eventos, las autoridades destacaron la “resistencia del pueblo cubano” frente a lo que describen como el bloqueo económico de Estados Unidos, aunque las voces críticas señalan que la narrativa oficial omite los problemas estructurales internos, como la ineficiencia en la gestión económica y la falta de reformas profundas.
En La Habana, la preparación del desfile ha requerido un esfuerzo considerable, con reportes de empresas privadas y estatales aportando vehículos para el traslado de participantes, a pesar de la escasez de gasolina. “Es difícil entender cómo se prioriza un evento de esta magnitud cuando falta combustible para ambulancias o para generar electricidad”, comentó un taxista habanero que prefirió no identificarse. Las redes sociales también reflejan el descontento, con usuarios cuestionando el contraste entre el despliegue propagandístico y las necesidades urgentes de la población.
La crisis energética ha obligado a medidas drásticas, como el racionamiento de combustible y la suspensión de clases presenciales en varias universidades. Los apagones, que en algunos casos superan las 12 horas diarias, han disparado el malestar social, recordando las protestas de julio de 2021. A esto se suma la inflación, que ha reducido el poder adquisitivo de salarios y pensiones, dejando a muchos cubanos luchando por cubrir sus necesidades básicas.
A pesar de las dificultades, el gobierno insiste en la importancia del Primero de Mayo como un símbolo de “continuidad revolucionaria”. El presidente Miguel Díaz-Canel ha llamado a los cubanos a asistir masivamente, afirmando que el desfile será una “demostración de que estamos vivos, de pie, resistiendo”. Sin embargo, para muchos, la celebración contrasta con la realidad cotidiana de colas, escasez y incertidumbre.
Mientras la Plaza de la Revolución se prepara para recibir a los manifestantes, la pregunta que resuena en las calles es si los recursos y el esfuerzo invertidos en el desfile podrían destinarse a aliviar las penurias que enfrenta el país. En un momento en que la esperanza parece agotarse, el Primero de Mayo de 2025 se perfila como un reflejo de las tensiones entre la narrativa oficial y las demandas de un pueblo agotado por la crisis.