La ley estadounidense que establece el mecanismo de relaciones económicas con la Isla de Cuba, vinculada a su Ley de Comercio con el enemigo, ha sido conocida por varios nombres a lo largo de los años: cuarentena, embargo, bloqueo. Sin importar el término empleado, su esencia ha permanecido constante: privar adversario de los recursos para su subsistencia. Cuando el contendiente que elige la nación más poderosa del planeta es una pequeña isla, el nombre que se le dé resulta poco importante.
Cada año, durante las últimas tres décadas, la Asamblea General de las Naciones Unidas ha votado a favor de un proyecto de resolución titulado” Necesidad de poner fin al bloqueo Económico, Comercial y Financiero de los EE UU contra Cuba” En esta votación, mas de 190 naciones se han pronunciado, con un apoyo casi unánime. A pesar de esto el resultado de una votación no vinculante es nulo. Sin embargo, muchos siguen empeñados en minimizar esta agresión, modificando la palabra utilizada para describirla.
Es innegable que Cuba debe abordar ciertos aspectos internos que impactan a los cubanos directamente. No obstante, es igualmente cierto que se trata de una nación soberana, dueña de su destino. No es misión de una potencia extranjera modificar estas cuestiones internas mediante medidas coercitivas unilaterales que afectan a todo un pueblo y que el mundo claramente rechaza.
La polémica sobre si se trata de un bloqueo o un embargo puede parecer una discusión semántica, pero lleva consigo profundas implicaciones políticas, económicas y humanitarias. El fenómeno llámesele como quiera no solo influye en la vida cotidiana de los cubanos, sino que además enfrenta el equilibrio de los poderes y el imperio de la justicia internacional
El impacto de estas medidas restrictivas va mucho más allá de los aspectos económicos. Afecta el acceso a bienes básicos y servicios, restringe el desarrollo de la isla y socaban las oportunidades para su población. Consecuentemente persiste el cuestionamiento sobre la legitimidad y la eficacia de estas políticas en el contexto de las relaciones internacionales contemporáneas.
Mas allá de los desafíos internos de Cuba, es imperativo mantener un dialogo abierto y constructivo sobre el papel de este tipo de sanciones unilaterales buscando alcanzar soluciones que respeten la soberanía y el bienestar del pueblo cubano. Esto requerirá un enfoque equilibrado, basado en el respeto mutuo y la comprensión de la complejidad de las relaciones económicas, políticas y sociales involucradas.
Así la discusión sobre el bloqueo o embargo se convierte en un llamado a la reflexión sobre la justicia, la soberanía y el respeto en el contexto de las relaciones internacionales.