Multitud en la calle, escena de juzgado.

Cuba avanza a pasos agigantados hacia la inseguridad ciudadana

Durante décadas, Cuba se proyectó como uno de los países más seguros del mundo, donde la violencia parecía un fenómeno marginal y la vida cotidiana transcurría sin grandes sobresaltos en comparación con otras naciones de la región. Sin embargo, esa imagen se ha ido desmoronando a gran velocidad. Hoy, la inseguridad ciudadana avanza y se manifiesta en robos, asaltos, agresiones y hechos violentos que antes eran poco comunes.

De la excepción a la preocupación cotidiana

Informes recientes del Observatorio Cubano de Auditoría Ciudadana confirman que los delitos aumentaron más de un 50 % en 2024 respecto al año anterior. El dato no sorprende a quienes, desde barrios habaneros o ciudades del interior, conviven con la violencia creciente. Robos de viviendas, agresiones callejeras y asaltos a plena luz del día se han vuelto parte del panorama.

La violencia ya no se concentra en lugares apartados: aparece en mercados, terminales de ómnibus y hasta en zonas céntricas de la capital. Lo que antes era anecdótico, ahora se multiplica en denuncias ciudadanas y testimonios compartidos en redes sociales.

Casos recientes que reflejan la crisis

Ejemplos sobran. En Ciego de Ávila, un joven fue asesinado por un exconvicto recién liberado de prisión. En Holguín, pasajeros denunciaron que el tren que debería servir para trasladar personas se ha convertido en un “tren de negocios ilegales”, donde la complicidad de policías y conductores margina al viajero común. En Santiago de Cuba, bandas juveniles armadas atacan sin temor a las autoridades.

La inseguridad también afecta al turismo, uno de los sectores clave de la economía. Hace apenas unos días, un copiloto de la aerolínea World2Fly fue presuntamente agredido en La Habana Vieja, lo que obligó a cancelar un vuelo rumbo a Madrid. Este hecho no solo impacta la imagen internacional del país, sino que pone en duda la seguridad de tripulaciones extranjeras durante su estancia en la isla.

Factores que alimentan la violencia

El deterioro económico, la escasez prolongada y la falta de expectativas generan un caldo de cultivo para la delincuencia. A esto se suma la reincidencia de exconvictos sin programas efectivos de reinserción, el aumento del consumo de drogas sintéticas como el kimiko, y la percepción ciudadana de que muchas veces la justicia llega tarde o no llega.

Opinión: el costo de la inseguridad

Cuba está transitando, a pasos acelerados, de la excepción latinoamericana en materia de seguridad a una realidad más cercana a los países con altos índices de violencia. El golpe es doble: la población vive con miedo creciente y el turismo internacional, ya debilitado, enfrenta un daño reputacional difícil de revertir.

La pregunta no es si Cuba puede seguir presumiendo de seguridad, sino si está dispuesta a reconocer la magnitud del problema y actuar antes de que la violencia se convierta en un elemento estructural de la vida diaria. Porque el mayor riesgo no es solo la pérdida de tranquilidad en las calles, sino la normalización del miedo en la sociedad.

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