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Cuando la policía olvida su función: el trato indigno a un hombre sin hogar en Cuba

En un video que circula en redes sociales, publicado por el usuario Saúl Manuel, se observa una escena que ha generado indignación y debate entre internautas: un hombre en situación de calle, aparentemente con problemas de salud mental, dormía frente a la entrada de un hotel cuando un agente policial se acercó y, en lugar de asistirlo, le roció con agua para obligarlo a marcharse.

La grabación, de fecha no confirmada, muestra un acto que no solo resulta denigrante para la víctima, sino que también evidencia la falta de preparación y sensibilidad de algunos miembros de las fuerzas del orden público. La policía, cuya función principal debería ser proteger y servir a los ciudadanos, en este caso actuó con desprecio hacia uno de los sectores más vulnerables de la sociedad.

Un comportamiento de este tipo refleja deficiencias graves en la formación policial. Ante una situación semejante, lo correcto habría sido llamar a los servicios sociales o trasladar al hombre a un centro de atención, garantizando su seguridad y dignidad. En cambio, el uso del agua como método de desalojo muestra una visión punitiva, carente de humanidad, que no resuelve el problema de fondo.

Lo más preocupante es que, según testigos, fueron los propios ciudadanos quienes se acercaron a ayudar al hombre tras el episodio. La solidaridad espontánea del pueblo contrasta con la actitud del agente, que parece haber olvidado la misión esencial de un “velador del orden público”: velar por el bienestar de todos los individuos, en especial de los más indefensos.

La situación debería servir de llamado de atención urgente a las autoridades. Es imprescindible dotar a la policía de entrenamiento en derechos humanos, protocolos de atención a personas vulnerables y sensibilidad social. Sin esa formación, se repetirán escenas que erosionan la confianza ciudadana en las instituciones encargadas de garantizar la seguridad.

Los policías son representantes visibles del Estado ante la ciudadanía. Cada acción, cada gesto, envía un mensaje. En este caso, el mensaje fue profundamente negativo: que los más débiles no merecen cuidado, sino desprecio. Esa visión debe ser cuestionada y corregida si se aspira a una sociedad más justa y humana.

#Cuba #Sociedad #Opinión #DerechosHumanos

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