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Crisis de deserciones sacude al Partido Comunista de Cuba: ¿El fin de una era?

Una ola de deserciones sin precedentes está sacudiendo los cimientos del Partido Comunista de Cuba (PCC), poniendo en tela de juicio su hegemonía y planteando interrogantes sobre el futuro político de la isla. En los últimos dos años, el PCC, junto con la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC) y las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), ha experimentado una hemorragia de militantes desencantados con la realidad cubana.

Las voces de los ciudadanos cubanos, otrora firmes defensores de la revolución, ahora expresan un profundo cansancio y desilusión. José Miguel, un antiguo militante del PCC, resume el sentir generalizado: «Cuba se ha convertido en algo que no se sabe ni qué es. Un país lleno de problemas, donde todo hay que resolverlo por amiguismos, sin medicinas, y para colmo los de arriba con una barriga cada vez más grande. Esto no es lo que yo defendía.»

Los apagones interminables, la escasez crónica de medicamentos y alimentos, y la creciente desigualdad social han erosionado la confianza en el sistema. La desconexión de la cúpula dirigente con las necesidades del pueblo se hace evidente en la cada vez menor participación en las convocatorias de reuniones y actos políticos.

Las FAR, otrora baluarte de la revolución, también se ven afectadas por esta crisis de deserciones. A pesar de los intentos de retener a sus miembros, muchos jóvenes cubanos optan por abandonar las filas militares en busca de un futuro mejor.

La crisis económica, agravada por la pandemia de COVID-19 y las sanciones estadounidenses, ha exacerbado las tensiones sociales y políticas. La falta de libertades individuales y la represión de la disidencia han contribuido a alimentar el descontento popular.

El éxodo de jóvenes talentos y profesionales, que buscan oportunidades en el extranjero, priva al país de capital humano vital para su desarrollo. La fuga de cerebros se ha convertido en un problema crónico que amenaza el futuro de Cuba.

El gobierno cubano, por su parte, minimiza la magnitud de la crisis y atribuye las deserciones a factores externos, como la propaganda enemiga y el bloqueo económico. Sin embargo, la realidad sobre el terreno sugiere que las causas son mucho más profundas y estructurales.

La crisis de deserciones plantea un desafío sin precedentes para el PCC y su capacidad de mantener el control político.La pérdida de apoyo popular y la creciente desafección de sus bases podrían desencadenar una transición política en Cuba.

El futuro de la isla es incierto. La pregunta que muchos se hacen es si el PCC será capaz de adaptarse a los nuevos tiempos y recuperar la confianza de los cubanos, o si, por el contrario, la ola de deserciones marcará el principio del fin de una era.

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