La creciente escasez de efectivo en Cuba sumó un nuevo episodio de tensión cuando fueron vandalizados los cajeros automáticos de la sucursal 300 del Banco Metropolitano, ubicada en Diez de Octubre y Lacret, en La Habana. El hecho ocurrió en la noche del sábado 5 de julio y fue confirmado por la propia entidad bancaria.
Aunque el banco calificó el incidente como un atentado contra la tranquilidad ciudadana, lo cierto es que la frustración popular ante la imposibilidad de acceder al dinero físico se ha convertido en una fuente constante de malestar social. Cajeros fuera de servicio, falta de billetes, y fallos técnicos constantes hacen cada vez más difícil que los cubanos puedan retirar su salario o realizar pagos básicos.
Según Banmet, la red de cajeros ha disminuido por la obsolescencia de los equipos y la imposibilidad de sustituir piezas. Muchas unidades han sido retiradas o encerradas dentro de las sucursales, limitando aún más su acceso. Mientras, el uso de canales electrónicos sigue siendo inviable para muchos sectores que dependen exclusivamente del efectivo.
Las autoridades bancarias insisten en promover la banca remota y los pagos digitales, pero la realidad diaria muestra que la mayoría de los ciudadanos no tiene acceso real a esas soluciones. La tensión en las calles no es solo por un cajero dañado: es el reflejo de una crisis económica profunda que afecta directamente el día a día de la población.
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