La capital cubana es escenario de largas filas de personas que buscan adquirir billetes de avión para Nicaragua, enfrentando no solo el cierre de la agencia aérea Conviasa, sino también las elevadas tarifas que revendedores imponen en un mercado desafiante.
Se observa a multitudes congregadas en el Centro de Negocios en playa Miramar, lugar que alberga la oficina de la línea aérea venezolana. La búsqueda de un boleto se ha tornado en un desafío desde el cese de operaciones de la agencia, sumiendo a los ciudadanos en la incertidumbre.
Noche y día, los residentes de la ciudad mantienen la vigilia frente a las instalaciones cerradas de Conviasa, anhelando información fidedigna sobre la disponibilidad de vuelos hacia Nicaragua. La falta de comunicación por parte de la agencia ha generado una atmósfera de frustración y disgusto entre aquellos que esperan pacientemente.
La situación surge en el contexto de la política de Nicaragua, que desde 2021 —bajo la administración de Daniel Ortega— no exige visa a los cubanos, facilitando así su llegada al país centroamericano. A pesar de las restricciones impuestas por el gobierno de Estados Unidos a las aerolíneas implicadas en estos viajes, Conviasa persiste como la única compañía que ofrece pasajes tras haber enfrentado sanciones previas.
En este marco, se destaca la actuación de revendedores que, capitalizando la desesperación de los ciudadanos, venden boletos a precios considerablemente inflados, lo que ha sido recibido con críticas y considerado un gesto irrespetuoso hacia quienes ansían emprender una nueva vida lejos de su tierra natal.
La necesidad de salir de Cuba para reunirse con familiares o mejorar las condiciones de vida es palpable, y la problemática para conseguir pasajes se agudiza con la práctica de reventa, creando un escenario aún más difícil para los aspirantes a viajar.
Según el sitio web de Conviasa, la compra de vuelos a Nicaragua se limita exclusivamente a la oficina en Miramar, lo que agrega otra capa de complejidad para los cubanos que desean viajar.