Cuba ha recurrido a prácticas espirituales yorubas para enfrentar los problemas que asedian al país. En Santiago de Cuba, los líderes de la Asociación Cultural Yoruba, en la Casa del Caribe, encabezada por el babalawo Juan Marten Portuondo, conocido como Irete Anza, han realizado ceremonias y rituales que buscan «proteger» al país y calmar las fuerzas de la naturaleza, un intento de respuesta ante los fenómenos climatológicos y sismos que han afectado la vida cotidiana de los santiagueros y del país en general. Sin embargo, esta iniciativa ha despertado críticas y escepticismo entre muchos cubanos, quienes consideran que la medida no es más que una señal de desesperación de las autoridades frente a una crisis que parece inabarcable.
Las ceremonias recientes, que incluyen actos de «alimentación a la tierra» y oraciones conocidas como oriquis al Odun Iwori Ogbe, buscan según Portuondo, “contrarrestar las malas energías” que se atribuyen a las tormentas y otros fenómenos naturales que han azotado Oriente. En imágenes divulgadas por la propia comunidad religiosa, se observan rituales donde se emplean elementos tradicionales de la cultura yoruba, con la intención de calmar la «furia de las tormentas» y proteger a los cubanos de futuros desastres.
Pero este enfoque espiritual ha dejado a muchos ciudadanos perplejos. La iniciativa de realizar ceremonias oficiales en un contexto donde la población enfrenta una crisis económica profunda y una falta generalizada de recursos básicos ha sido criticada en redes sociales y conversaciones privadas. Para algunos, la respuesta de las autoridades refleja un intento de desviar la atención de los verdaderos problemas estructurales que afectan a la isla. “Mientras la gente sufre por la falta de alimentos, medicinas y un sistema de salud colapsado, el gobierno recurre a rituales religiosos como si eso fuera a cambiar algo”, comenta un residente de Santiago de Cuba en una publicación en redes sociales.
En medio de la falta de soluciones efectivas, muchos ven en esta iniciativa una señal de que el gobierno se encuentra cada vez más desconectado de la realidad y la urgencia de los problemas que afectan a la ciudadanía. La respuesta simbólica de los rituales yorubas parece un intento de apaciguar la frustración popular, pero varios sectores de la sociedad cubana cuestionan la efectividad de estas ceremonias. «En lugar de gastar tiempo y recursos en ritos, el gobierno debería estar resolviendo la falta de servicios esenciales», señaló un crítico en redes, reflejando un sentimiento que comparten muchos.
La tradición yoruba forma parte de la identidad cultural de Cuba, y para algunas personas, la conexión espiritual y el arraigo a estas prácticas son un consuelo en tiempos difíciles. Sin embargo, utilizar estas ceremonias en una escala oficial en un momento en que el país está sumido en una crisis de proporciones históricas es visto por otros como una respuesta superficial y desesperada, una maniobra para evitar afrontar los problemas de fondo que aquejan a los cubanos día a día.
Para los críticos, la escena resulta emblemática: un gobierno que parece acudir más a lo simbólico y esotérico que a soluciones prácticas y reales, en un país donde la desesperación por la falta de recursos, la inflación y la migración masiva se han convertido en la rutina diaria.