Córdoba, Argentina.—Durante siete años, un perro mestizo llamado Capitán se convirtió en símbolo del amor y la lealtad más pura. Cada noche, sin falta, dormía junto a la tumba de su dueño, Miguel Guzmán, en el cementerio municipal de Villa Carlos Paz, tras recorrer a pie las tres millas que separaban la casa familiar del camposanto.
Miguel Guzmán falleció en 2006, y poco después del funeral, su familia notó que Capitán había desaparecido. Lo buscaron por días, colocaron carteles y preguntaron en el vecindario, pero nadie sabía dónde estaba. Hasta que, una semana más tarde, trabajadores del cementerio lo encontraron echado sobre la tumba de su amo, en silencio, como si la hubiera reconocido sin que nadie se lo indicara.
Intentaron llevárselo de regreso a casa, pero cada noche el perro lloraba y arañaba la puerta hasta que lo dejaban salir. Siempre regresaba al cementerio, donde los cuidadores terminaron por adoptarlo como uno más. A las seis de la tarde lo esperaban para cerrar las puertas, y allí permanecía hasta el amanecer, velando el descanso de su dueño.
El caso conmovió a miles de personas en Argentina y en el mundo. Su historia fue difundida por medios internacionales, que vieron en Capitán una expresión genuina del vínculo entre humanos y animales, una forma de amor que trasciende incluso la muerte.
Capitán falleció en 2018, y sus restos descansan en el mismo cementerio, muy cerca de la tumba de Miguel Guzmán, donde eligió pasar sus últimos años.
Si alguna vez ha existido el amor verdadero, tal vez se parezca a esto.
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