En una contienda marcada más por la táctica que por el espectáculo, el mexicano Saúl “Canelo” Álvarez reconquistó el cetro absoluto del peso supermediano al imponerse por decisión unánime al invicto cubano William Scull. La victoria, lograda en el ANB Arena de Riad, le permitió a Álvarez unificar nuevamente los títulos de la FIB, AMB, CMB y OMB, y convertirse en el primer púgil en la historia en alcanzar dos veces el estatus de campeón indiscutido en las 168 libras.
El combate, celebrado como parte del evento boxístico “Fatal Fury: City of Wolves” y transmitido por la plataforma DAZN PPV, distó de ser un espectáculo vibrante. A lo largo de los doce asaltos, Canelo mantuvo el control mediante presión constante y trabajo al cuerpo, mientras que Scull optó por una estrategia defensiva que, si bien le permitió evitar ser derribado, resultó poco efectiva en términos ofensivos. Las tarjetas de los jueces —115-113, 116-112 y 119-109— reflejaron una clara superioridad del mexicano, quien a pesar de la frustración provocada por el estilo evasivo de su rival, supo imponer su experiencia y oficio.
Una victoria sin brillo, pero de enorme peso simbólico
Desde los primeros minutos, el campeón tapatío mostró su intención de cortar el ring y desgastar a su oponente con golpes al torso. Scull, por su parte, recurrió a desplazamientos laterales constantes, limitando sus combinaciones y buscando evitar los intercambios directos. Esta postura fue interpretada por buena parte del público como una renuncia a la confrontación, y generó críticas entre los comentaristas y figuras del entorno boxístico.
Entre ellos, el legendario Julio César Chávez —presente en la cobertura del evento— lamentó la falta de acción, describiendo la actuación del cubano como “demasiado conservadora”, al tiempo que reconoció la paciencia y disciplina de Álvarez para sobrellevar un combate de ritmo monótono.
El propio Canelo expresó su inconformidad al concluir la pelea: “Él no vino a pelear, vino a sobrevivir”, señaló el mexicano ante la prensa, subrayando la dificultad de enfrentar a un rival que prioriza la evasión por encima del intercambio.
Un regreso con cuentas pendientes
Este triunfo tiene un significado particular para el campeón mexicano. En julio de 2024, Álvarez había perdido el cinturón de la Federación Internacional de Boxeo al negarse a enfrentar a Scull, quien entonces era el retador obligatorio. Prefirió entonces una pelea más atractiva comercialmente ante Edgar Berlanga. La noche del sábado representó, en cierto modo, una restitución simbólica y deportiva, cerrando un ciclo que había dejado una mancha en su impecable trayectoria.
Al alzarse nuevamente con todos los cinturones, Canelo revalida su posición como figura dominante del boxeo contemporáneo, en una era donde la unificación total de títulos es una rareza por las complejidades del negocio y las políticas de los distintos organismos.
Se avecina un duelo de titanes
Más allá del combate, el anuncio que siguió a la decisión encendió el verdadero entusiasmo entre los aficionados: Terence “Bud” Crawford, uno de los mejores boxeadores libra por libra del mundo, fue presentado como el próximo rival de Álvarez. La pelea, programada para el 12 de septiembre en el Allegiant Stadium de Las Vegas, promete ser uno de los eventos más esperados del calendario deportivo de 2025.
Crawford, campeón indiscutido en otras categorías y dueño de una técnica depurada y una lectura táctica excepcional, representa un reto singular para Álvarez. Su ascenso al peso supermediano plantea interrogantes sobre su adaptación física, pero también abre la puerta a una confrontación de estilos entre dos de los peleadores más inteligentes y completos del pugilismo moderno.
La reacción del público y la narrativa mediática
En redes sociales, el combate entre Álvarez y Scull generó reacciones mixtas. Mientras los medios mexicanos celebraron el retorno del campeón absoluto, muchos aficionados expresaron su decepción por la falta de emoción. En plataformas como X (antes Twitter), no faltaron las ironías y los memes, que tildaron el combate de “maratón defensivo” y cuestionaron la actitud del boxeador cubano.
No obstante, más allá de las impresiones subjetivas, lo cierto es que la victoria de Canelo establece un nuevo hito en su carrera y deja abiertas las puertas para un final de año cargado de expectativas. El enfrentamiento con Crawford no solo tendrá implicaciones deportivas, sino también simbólicas: podría definir cuál de los dos pasará a la historia como el gran referente del boxeo de esta generación.
Mientras tanto, el mexicano celebra una noche más en lo más alto, y los focos del mundo del boxeo ya apuntan hacia septiembre, cuando dos leyendas contemporáneas medirán sus destinos sobre el cuadrilátero.